lunes, 30 de diciembre de 2013

MARATON { 42-43-44}


Cap 42

A los dos minutos que colgamos, me llegó un mensaje al movil con el teléfono de la chica, la clave y las reglas, aún no estaba seguro de querer participar en ese juego.



Se llevaron todas las cajas, después tomé mi maleta y miré por última vez aquella habitación que había sido más que eso, había sido mi guarida, mi refugio, la que sabía de todos mis proyectos, mis sueños y mis alocadas aventuras de universitario. Bajé las escaleras, me despedí de algunos compañeros que me encontré en el camino y subí al taxi que ya me esperaba para llevarme al aeropuerto.



Al llegar al de Seattle me estaban esperando mis padres y euge, que sostenía un gran cartel que decía “Bienvenido a casa Licenciado Lanzani”, yo sonreí y corrí a su encuentro, primero abracé a mi madre que estaba más que feliz de volver a verme, la cargué y le di vueltas, después varios besos en ambas mejillas, ella sólo sonreía. Luego abracé a mi padre, que me dio un apretón en la espalda y unas palmaditas en una mejilla y por último le di un gran abrazo a eugenia.



– ¿Y bauti? – pregunté al no verlo ahí.

– Tuvo entrenamiento hijo, ¿qué tal el vuelo? – respondió mi madre abrazándome.

– Muy tranquilo ma, me dormí casi todo el trayecto.

– Que gusto tenerte en casa.

– A mí también me da mucho gusto regresar.



Caminamos al estacionamiento y subimos al auto de mi padre, les fui platicando del proyecto que tenía en mente y que me asociaría con dos de mis compañeros para llevarlo a cabo. Mi padre me platicó como iba la fundación que dirigía y mi madre me dijo que estaba muy emocionada porque tendría una exposición en Nueva York la siguiente semana. Eugenia me anunció feliz que ya había conseguido trabajo. Al cabo de unos minutos llegamos a la casa, bajé mi maleta de la cajuela y entramos. Sonreí enormemente cuando se escuchó el grito de sorpresa y vi a mis hermanos, amigos y otros familiares en la sala de la casa.



De inmediato corrió la duendecillo de mi hermana a colgarse de mí, la abracé con fuerza y le di vueltas en el aire. Después me abrazó bauti, el recién casado, tenía apenas un par de meses de haber regresado de su luna de miel. También me dio un gran abrazo Diana y luego su pequeño hermano Maiquel. Seguí saludando a los presentes, entre ellos mis tres tíos.

– Que gusto me da verte peter, ya eres todo un hombre, que alegría que ya hayas terminado hasta la maestría – dijo el tío Eduardo después de darme un gran abrazo.

– A mí también me da gusto verte tío, gracias por estar aquí.

– Ni lo menciones, no me podía perder tu regreso, en la noche nos vamos a festejar, ¿eh?, un amigo acaba de abrir un table–dance y las chicas están de lujo, nos llevamos a tu hermano que el hecho de estar casado no le impide ver el menú y de paso al noviecito de tu hermana para que vaya aprendiendo.

– Si mary se entera te ahorca.

– No le vamos a decir, ya arreglé todo y hasta tu padre nos va a acompañar, será una noche de hombres memorable.

– ¿Te puedo robar a mi hermano, tío? – exclamó mary colgándose de mi brazo.

– Por supuesto nena – respondió y se fue con el resto de sus hermanos.

– Te hacía en Francia pequeñuela – dije apretándole cariñosamente la nariz.

– Es que este fin de semana será largo porque hoy es día feriado, llegué en la mañana, muy temprano y me voy el domingo a mediodía.

– Pues eso me da mucho gusto, aunque igual estaba planeando ir a visitarte.

– Súper, puedo enseñarte algunos lugares maravillosos y muy románticos para cuando tengas novia la lleves para allá.

– Sabes que eso de las novias no es lo mío.

– Pero, el amor es maravilloso peter, pensé que ya habías superado… – guardó silencio, no quería herirme con ese tema – yo soy tan feliz con Maiquel, nos amamos tanto, aquí entre nos, él también irá a verme, estará diez días allá.

– Que bueno que me dices, ahora le preguntó cuándo parte para yo programar mi viaje en la misma fecha.

– Ay no seas celoso ni posesivo hermano, ya sé cuidarme ¿vale?, vivo sola del otro lado del océano.

– Era broma, sé que puedo confiar en ti y no te voy a prohibir que hagas las cosas, sé que no necesita viajar tu novio para que te portes mal, sólo cuídate y siempre piensa en las posibles consecuencias.

– Eso hago, teniendo de padre a un doctor no puede ser de otra manera, recuerda:

– ¡¡¡Prevención!!! – exclamamos los dos al mismo tiempo y nos largamos a reír.

– Cuenten el chiste, ¿no? – dijo bauti acercándose a nosotros.

– ¿Cuál es la frase predilecta de papá? – preguntó mary divertida.

– La medicina debe ser preventiva no curativa, así que ante todo prevención – respondió en tono ceremonioso y volvimos a reírnos – por cierto hermano, te tengo un regalo de graduación, está en tu habitación, vamos. 

– Ay yo quiero ver que es – exclamó mary.

– Es cosa de hombres, tú no puedes venir.

– Ash, me chocan cuando hacen su club de Tobi, voy con Maiquel.

De inmediato pensé en el regalo de David, pero a pesar de que mi hermano estaba un poco chiflado no lo creía capaz de meter en la casa a una mujer, me reí para mis adentros, él se dio cuenta y me miró con cara de interrogación, pero yo moví la cabeza negativamente como diciéndole que no era importante.



Subimos las escaleras y caminamos rumbo a mi habitación, como siempre era la última del pasillo. Entramos y en la cama había una caja, yo lo miré y me pidió que la abriera, así que eso hice y me encontré con que se trataba de una dotación de preservativos.



– Acabo de firmar un contrato para ser la imagen de esa marca durante cinco años, así que me estarán surtiendo de este material, pero yo ya no los necesito y conociéndote, sé que te harán falta.

– Gracias hermano, no me esperaba que de esto se tratará.

– Recuérdalo siempre: ¡prevención!



Nos reímos una vez más y después bajamos. La fiesta siguió, comimos y después me puse a hablas con eugenia.



– Cuéntame de tu trabajo.

– Estoy feliz, seré maestra de una secundaria, la más prestigiada de Buenos Aires.

– ¿Te mudarás a Buenos Aires? – pregunté sorprendido.

– Sí, ¿tú crees?, en un mes tengo que estar allá.

– Felicidades – exclamé y la abracé.



Como a las diez de la noche el tío Eduardo empezó a reclutar a todos los hombres. bauti no estaba muy seguro de acompañarnos, pero finalmente lo hizo. Maiquel  estaba nervioso porque acababa de cumplir la mayoría de edad y sería la primera vez que iría a un lugar de ese tipo.



Llegamos y nos sentamos en una mesa al lado de la pista, la primera chica que salió era una morena, hermosa y muy bien dotada de todas las partes de su cuerpo, la segunda fue una rubia impresionante y cuando salió la tercera ya teníamos varias copas encima. De pronto, la morena se acercó y me tomó de la mano, me llevó a un privado y me hizo un baile exótico y demasiado sensual, la única condición era no tocarla, ¿y qué se supone que haría si me estaba excitando?

Llegamos a la casa a las cuatro de la madrugada, yo estaba demasiado cansado, entre el viaje, la fiesta y el alcohol, en cuanto puse la cabeza en la almohada me quedé profundamente dormido. Cuando desperté. como a mediodía, tenía una erección, la morena había hecho muy bien su trabajo y había tenido un sueño húmedo de esos memorables que despiertas con la sangre hirviendo, tuve que acariciarme para tranquilizarme un poco, aunque no era lo mismo que hacerlo con una mujer, pero al menos calmaba las ansias.



Por la tarde llevaron mis cosas y empecé a desempacar. Cuando terminé recibí un mensaje a mi movil, de David, donde me decía que sí me acompañaba a París y entonces, recordé su famoso club o sociedad secreta y dadas las circunstancias de la noche anterior, viendo bailar a despampanantes mujeres desnudas y sin poder tocarlas me sentía bastante inquieto, así que busqué el número que me había dado mi amigo y lo marqué, una hermosa y sensual voz me respondió.



– ¿Estás libre esta noche? – pregunté también en tono sensual.

– Sí, ¿en dónde te veo?

– ¿Te queda cerca el hotel Saint Regis?

– Sí, te veo en media hora en el bar, traigo un vestido negro, con una abertura de lado.

– Entendido, en media hora te veo.



Metí la mano en la caja y tomé varios condones que después metí en la bolsa de mi pantalón, agarré las llaves de mi carro y bajé corriendo las escaleras. Mi familia veía televisión, les dije que volvía más tarde y salí a toda prisa. A la velocidad que yo manejaba llegué en menos de veinte minutos al lugar de la cita, pagué una noche de hospedaje y me entregaron la tarjeta de la habitación. Entré al bar y no vi a ninguna chica con un vestido como el que me habían descrito, así que pedí un vodka mientras esperaba. Diez minutos después, una impresionante chica se sentó a mi lado en la barra, cruzó la pierna y en seguida supe que se trataba de ella, así que le guiñé el ojo y ella me sonrió de vuelta. Pagué mi trago y me levanté al mismo tiempo que ella.

Nos dirigimos al séptimo piso. El verle el cortísimo vestido y el profundo escote que lucía me encendió más de lo que ya estaba, así que cuando estuvimos dentro de la habitación la besé ansiosamente mientras me quitaba la chamarra y caminábamos al centro donde alcancé a ver una mesa, la doble ahí, con su cara sobre la superficie, subí desesperado el vestido y sonreí al ver que traía tanga, me ahorraría unos preciados segundos, con la misma desesperación abrí mi pantalón y liberé mi ya erecto miembro, me coloqué el condón y debo reconocer que me porté bastante egoísta porque no me importó saber que tan excitada estaba ella, lo único que quería era saciar las ganas.



Le hice a un lado el tanga y entré en ella con fuerza, emitió un grito y pude percibir que no estaba muy mojada, pero seguí impulsándome mientras jadeaba y poco a poco ella fue mojándose más y más hasta que empecé a escuchar sus gemidos de placer, entonces, incrementé el ritmo de mis movimientos al tiempo que le apretaba las nalgas que se pusieron rojas de inmediato debido a su blanca piel. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y mi grito fue casi bestial, después de terminar completamente me salí de ella y me quité el condón.



¿Así que te gusta jugar rudo? – exclamó seria.

– Lo siento, no suelo ser así – dije y ella se largo a reír.

– Me gusta la rudeza, ¿sabes?, eres justo lo que necesitaba para divertirme esta noche.

– ¿Con qué te gusta la rudeza?, ¿y qué piensas hacerme ahora?



Me dedicó una maquiavélica sonrisa y se acercó a las cortinas, les quitó los cordones con los que estaban amarradas y después se acercó a mí, mirándome malévolamente y yo le sonreí divertido. Me empujó con todas sus fuerzas sobre la cama, se subió en mí y me besó, después tomó una de mis manos y la ató al borde de la cama, volvió a besarme y luego ató la otra mano.

Se bajó de la cama y se desnudó, después regresó a su posición, inspeccionó los bolsillos del pantalón y sacó otro condón, terminó retirándome el pantalón y el bóxer y me puso el condón lentamente. Yo estaba que explotaba ya, jamás había estado en una situación así, en la que no podía interactuar con mi pareja, ella volvió a sonreírme malévola y se sentó sobre mí, absorbiendo todo mi miembro en su interior y comenzó a moverse a su ritmo, empeñada ahora ella en gozar, se pellizcaba los senos, se mordía los labios en tanto subía y bajaba, después se tumbo en mí, lamió mis labios y me impidió besarla, de pronto sentí que estallaba y se lo hice saber

– Yo aún no termino “amor”, así que más te vale que aguantes – amenazó y comenzó a moverse salvajemente sobre mí hasta que instantes después terminó, dejándome el miembro adolorido.

Y así comenzaron mis aventuras en aquel club, que yo preferí llamarle sociedad secreta, incluso secta por eso de las reglas, las cuales fui dominando hasta volverme un experto, y sí, me llegué a topar con alguna modelo famosa, hasta una artista de televisión me toco en una ocasión. Entonces, poco a poco fui volviéndome más frío en los encuentros, probé varias y muy variadas mujeres, con fantasías diferentes, aprendí y mejoré varias técnicas en el arte del sexo.



En cuanto a mi vida familiar, mi padre me pidió que me asociara con él en su fundación y acepté de inmediato. Visité a mary tres veces mientras estudiaba en Paris, dos de ellas haciéndole compañía a maiquel y asegurándome bien que durmiera en su cuarto del hotel, aunque se me llegaron a escapar juntos algunas veces, por supuesto, eso yo se los hacía creer a ellos, sabía bien que necesitaban privacidad y que estaban completamente enamorados, además, maiquel era un chico bien portado que estudiaba música y que moría por mi hermana, estaba seguro que jamás haría algo para dañarla.



También acompañé a Eugenia  cuando se mudó a Buenos Aires, donde por cierto, me enteré que estaban rematando un viejo hotel de la ciudad porque el dueño había hecho un mal negocio que lo había dejado en bancarrota, así que solicité un préstamo y lo adquirí para remodelarlo, fue mi primera gran inversión y con el tiempo me compré un departamento en esa ciudad, lo cual hizo inmensamente feliz a eugenia, porque ya no estaría tan sola, aunque al poco tiempo de mudarse empezó a andar con un chico que conoció en el metro y no tardaron en vivir juntos.



Seguí con mis inversiones, rescatando viejos hoteles para remodelarlos, adquirí un departamento cercano a la casa de mis padres en Seattle y con el tiempo una pequeña casa en Las Vegas, ya que me gustaba ir a apostar de vez en cuando. Y el tiempo siguió su curso, hasta que un día algo inesperado sucedió que le dio un giro a mi vida de 180°.

Cap 43

Era un martes cualquiera del mes de octubre, al menos eso creía yo en ese momento. Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto. El tráfico estaba imposible, había habido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo miraba desesperado el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrado, no me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi movil sonó.

– Hola papá – respondí al reconocer su número.

– Hola hijo, ¿cómo estás?

– Bien, ¿y tú?

– También, hijo te llamo para pedirte un favor, ¿sigues en
Buenos Aires?

– Sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana, ¿qué necesitas?

– ¿Recuerdas a Erika?, una de las chicas que ayudamos en la fundación, que tiene cáncer de estómago en fase terminal.

– Sí, es una chica de veinte años, ¿no?, de origen italiano.

– La misma, ¿sabes?, nunca ha viajado y tiene la ilusión de estar hospedada en un hotel de lujo, en una habitación con jacuzzi y pensé que podríamos hacerle realidad ese sueño en su ciudad natal y ese es el favor que quiero pedirte, que le consigas una habitación en el Rose Imperial por unos días para ella, su mamá y su enfermera.

– Por supuesto papá, pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.

– Gracias peter, ahora te la envío por mensaje.

– No tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda, ahora mismo llamo para reservar una suite.

– Vale, y entonces, ¿cuándo vienes?

– Yo creo que hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres, pero ya que perdí el avión aprovecharé para visitar a Erika y hacer otras cosas.

– Bueno, cuídate mucho hijo y de nuevo gracias.

– Ni lo menciones, salúdame a mi mamá y dile que los veo el viernes.

- Hasta el viernes entonces

Salí del aeropuerto, tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Llamé al hotel y pedí que reservaran una de las suites presidenciales a nombre de Erika Villareal y les dije que yo cubriría los gastos. Recibí el mensaje de mi padre con la dirección de ella y después de pasar por mi auto me dirigí hacia allá.



Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi padre ya le había llamado por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí, mi padre sí lo era y, en dado caso que yo lo fuera, tenía las alas quemadas. Terminé por entrar a la casa y saludé a Erika que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las quimioterapias, le di un abrazo y la ayudé a levantarse. La encaminé al auto y después de que subió, me regresé por las dos maletas y las metí en el maletero, en tanto su mamá y su enfermera subían también.



Me puse en marcha y manejé a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Rose Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del coche para bajar, saqué las maletas y el botones las metió al lobby. Yo mismo me dirigí a la recepción por la tarjeta de la habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.


Salí del ascensor y saqué mi movil para llamar a eugenia, le pregunté que si estaba disponible para cenar y me dijo que sí, que justo estaba a dos calles del hotel, así que entré al restaurante y la esperé en la mesa de siempre. La noté algo extraña cuando entró y me saludó, me sonrió, pero sus ojos lucían apagados.

– ¿Otra vez discutiste con Guillermo? – pregunté mientras le arrimaba la silla para que se sentará.

– No… bueno, sí, dice que el negocio va mal, que hay perdidas en lugar de ganancias – suspiró frustrada – cada vez está más frío conmigo, hace meses que no me toca peter, siempre está cansado, tiene sueño, se siente agripado, llega en la madrugada… casi estoy segura que anda con alguien más.



– ¿Y qué esperas para dejarlo eugenia?, el tipo es un abusivo, está viviendo en tu departamento, tú fuiste la que puso el capital para la cafetería y el desgraciado todavía se atreve a cometer la canallada de estarte engañando, no hay pérdidas en el negocio, hay desvió de fondos, que es muy diferente, seguro se está gastando el dinero con ella.



– No es seguro peter, sólo son sospechas mías – se llevó una mano a cabeza y la deslizó por su cabello para luego recargar su mentón en ella – lo mandé investigar.

– ¿Qué hiciste qué? – pregunté sorprendido.

– Lo que oíste, contraté un detective para que lo siguiera y en esta semana me entrega su reporte.

– Y sigues invirtiendo dinero en él – le reproché moviendo la cabeza negativamente.

– peter, por favor, hablemos de otra cosa, ¿sí?, necesito distraerme y no deprimirme más.

Pedimos la cena y le estuve platicando de la junta de en la mañana. eugenia casi se había vuelto experta en negocios a causa de mis conversacion que escuchaba sin chistar y hasta me hacía preguntas, incluso me acompañaba a algunas cenas importantes. Dos horas se pasaron volando y luego la acompañé al estacionamiento, le di un gran abrazo y una vez que arrancó su coche caminé hacia el mío.



Acababa de quitarle la alarma cuando el otro movil sonó, lo saqué del abrigo y era un número que no tenía registrado, seguro se trataba de una chica nueva, la verdad no tenía muchas ganas de responder, pero había sido un día agotador y sería una buena forma de liberar el estrés, así que finalmente sí lo hice.



– Hola – dije y me respondió el silencio, pero pude escuchar perfectamente su respiración, un tanto agitada y sonreí.

– Hola – lo intenté una vez más, acentuando la sensualidad

– ¿Estás libre esta noche? – soltó de forma arrebatada, nerviosa, casi pude jurar que se había mordido el labio inferior.

– Sí, ¿en dónde nos vemos? – respondí mientras se me escapaba una sonrisa por su actitud poco común.

– No lo sé, tú dime – no era la respuesta que esperaba, siempre me indicaban un sitio.

– ¿Te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – ya estaba yo ahí y siempre tenía una habitación exclusiva para mí, aunque jamás la había usado para ese fin.

– Como a veinte minutos – dijo titubeante.

– Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien? – propuse mientras caminaba hacia ahí.

– Sí, claro.

– ¿Cómo te reconozco?

– Mido como 1.50, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, piel blanca y traigo un vestido rojo asimétrico de manga corta y yo, ¿cómo te reconozco a ti? – comprobé que en definitiva era nueva en esto, me dio demasiados detalles que jamás me daban.

– Simplemente lo sabrás, en media hora te veo – contesté y le colgué.

Volví a ponerle la alarma a mi coche y en tanto caminaba a los ascensores pensaba en lo nada común que había sido esa llamada, la actitud de la chica, sus preguntas y sus respuestas, no había sido la típica mujer seductora, quizá ese era su juego. Caminé a la recepción y pedí la tarjeta, luego me senté en uno de los sillones del lobby y tomé un periódico, había algo extraño ahí, así que la miraría y ya después decidiría si me acercaba a ella o no.



Aproximadamente 25 minutos después cruzó la puerta, la descripción encajaba perfecto, pero jamás me dijo lo linda que era, estaba discretamente maquillada, nada presuntuosa, encima del vestido traía un abrigo negro sencillo y se veía sumamente nerviosa. Me dediqué a observarla unos minutos, jugaba con sus manos mientras recorría el lobby de un lado a otro, sin notar mi presencia, miraba al suelo, dudosa, me hubiera encantado saber lo que cruzaba por su mente, entonces decidí acercarme.



– ¿Estás libre esta noche? – susurré en su oído y noté como se tensaba.



Respondió moviendo la cabeza afirmativamente y volteó, se sorprendió al verme y, a pesar del maquillaje, noté como se ruborizaba, en ese momento supe que ella no era como las demás, no entendía como dio conmigo, no era de mi clase, eso se le notaba, era una chica sencilla, común y muy hermosa. Le tendí mi brazo caballerosamente y lo tomó, sentí el temblor de su mano. La dirigí a los ascensores, una vez que entramos la miré de reojo, ella miraba el suelo, estaba más que nerviosa, seguro era la primera vez en toda su vida que hacía algo así, ¿por qué lo estaría haciendo?, me pregunté. Caminamos por el pasillo hasta la habitación, le cedí el paso y entré detrás de ella encendiendo la luz.

– ¿Cómo me contactaste? – pregunté inusualmente, pero desde la llamada todo había sido un poco extraño.

– Una… amiga me dio tu número – respondió no muy segura, no supe si creerle.

– ¿Te explicó las reglas? – inquirí aunque adivinaba la respuesta.

– No… sólo me dijo la clave – contestó girándose.

– Bien, regla número uno: no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número dos: no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad, ¿entendido? – expliqué minuciosamente, pero como estaba nerviosa decidí guardarme la tercera regla para después.

– Sí, no nombres, no preguntas personales

Me acerqué a ella y le quité el abrigo, comencé a acariciarle suavemente uno de sus brazos con el dorso de mi mano, dándole confianza. Cerró los ojos y entonces acaricié su otro brazo con mis dedos, veía como subía y bajaba su pecho por su acelerada respiración. La tomé por la cintura y le fui besando el cuello de a poco, ella colocó sus manos sobre mi torso y las subió hasta mi cuello, un fuerte suspiro se le escapó, yo deslicé las mías hasta encontrar el cierre del vestido que fui bajando lentamente, acariciando su tersa piel. Su aroma era exquisito, subí dándole cortos besos en su mentón y la besé delicadamente, pero ella me respondió un tanto desesperada uniendo su lengua a la mía para rozarlas. Su sabor era único.



Sentí como me quitó el abrigo y comenzó a desabrochar mi camisa en tanto yo bajaba su vestido. Ella separó sus manos para terminar de quitárselo por completo, con nuestras bocas unidas, después me quitó la camisa y la tiró al suelo. Rompí el beso para colocar mis labios sobre su hombro y besárselo mientras desabrochaba su sostén, cuando la libere de él, besé uno de sus senos suavemente, succionando su pezón en tanto acariciaba el otro, ella tenía sus dedos entre mis cabellos y jadeaba con cada toque.


Cap 44


Después fui subiendo por su cuello hasta volver a besarla en los labios más apasionadamente que instantes antes, haciéndola caminar hacia la cama. Una vez ahí, la coloqué encima y me subí en ella, dispuesto a que disfrutara como quizá no lo había hecho antes. Volví a besarle el cuello, presionándolo ligeramente con mis labios, luego bajé por en medio de sus senos, pasé por su abdomen y me detuve en su ombligo en tanto mis manos bajaban su bikini para dejarla completamente desnuda.



Sus gemidos eran más intensos y de su boca escapó un grito ahogado cuando sintió mi lengua en su intimidad, la fui recorriendo, saboreándola, concentrado en hacerla vibrar, mi lengua se abría paso entre sus pliegues y llegó a todos y cada uno de sus rincones. Cuando sentí que estaba a punto de terminar sustituí mi lengua por dos dedos y la miré cuando llego al orgasmo. Tenía los ojos cerrados, apretaba el edredón y su grito casi fue ensordecedor

Me levanté para quitarme lo que me quedaba de ropa, estaba demasiado excitado y necesitaba con urgencia estar dentro de su cuerpo. Me puse el condón y caminé de vuelta a la cama, me tendí sobre ella y fui deslizando mis dedos por sus piernas hasta llegar a la pelvis que fui apretando suavemente hasta que encontré el punto exacto que la excitaría de nuevo.



Abrió sus piernas dándome la bienvenida a la gloria de su cuerpo, así que entré en ella y el gemido no se hizo esperar al sentirme, comencé a comerme sus senos alternadamente mientras ella me sujetaba fuertemente por la espalda y yo me movía constante, pero lento, prologando el momento, sus fuertes gemidos me indicaban como lo estaba disfrutando y esa era una razón más para que yo lo disfrutara de igual manera que ella. Sentí como tensaba los músculos de su intimidad, aprisionando más mi miembro para lograr un roce más exquisito, entonces, puse mis manos sobre la cama para tomar más impulso y moverme con más rapidez en tanto sentía sus manos recorrer mi espalda.



La expresión de placer en su rostro era incomparable, las gotas de sudor en su frente brillaban y se mordía los labios sin quitarme la mirada, suplicaba por más con la voz entrecortada y yo fui aumentando paulatinamente la velocidad de mis movimientos hasta que ya no podía controlarme más y se volvieron delirantes, ansiosos por lograr aquel maravilloso éxtasis que alcancé instantes antes que ella, que me apretó fuertemente la espalda mientras su cuerpo parecía convulsionarse. Me dejé caer sobre ella, rendido y satisfecho, después me acosté a su lado.



– ¿Te vas ya? – preguntó cuando me vio levantarme de la cama.

– Sí, pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – respondí antes de entrar al baño.

– Espera… tú… – exclamó y supe que era momento de decirle la regla que faltaba.

– Regla número tres: no lazos afectivos.

Abrí dl grifo, mientras caía el agua me retiré el condón y lo tiré en el bote de basura. Me metí a ducharme, esta experiencia había sido diferente y estaba desconcertado, tenía muchas preguntas en mi cabeza, por primera vez. Todo en ella era diferente, su forma de entregarse, sus palabras, me dio la impresión que no había estado con muchos hombres en la intimidad y lo que más me inquietaba era saber la forma en que ella había dado con esta sociedad. Salí de la ducha, me sequé y salí con una toalla enredada en la cintura.

La vi acostada boca abajo, abrazando la almohada. Tomé mi ropa y me vestí, me acerqué a la cama y la miré unos segundos, dormía profundamente, su rostro lucía tranquilo, sereno, pacífico, pero de pronto su seño se frunció.



– Sí, ya sé que nunca tienes tiempo – exclamó dormida.



Me pregunté con quien estaría soñando y salí de la habitación.



Al día siguiente fui a la oficina por la mañana y en la tarde fui a visitar a Erika que estaba muy contenta viendo televisión en la enorme pantalla plana de su habitación.

Cuando salí de ahí eugenia me llamó a mi movil estaba llorando desconsolada, así que de inmediato subí a mi coche y me dirigí a su departamento. Al llegar apagué el otro movil, mi amiga estaba primero, antes que cualquier noche de pasión. En cuanto me abrió la puerta se lanzó a mis brazos.

– ¿Qué paso? – pregunté preocupado cerrando la puerta tras de mí.

– Guillermo se fue, sólo me dejó una nota – apenas y pudo responder entre el llanto tan intenso.

– Cálmate, ese infeliz no merece que estés así, te ha hecho un favor con irse.

– Es que eso no es todo, acaban de entregarme el reporte de la investigación y sí me engañaba.

– Maldito, pero te juro que esto no se va a quedar así, lo voy a buscar y voy a hacer que se arrepienta.


La llevé al sillón y ahí nos sentamos, la seguí abrazando mientras seguía llorando, en la mesa de centro vi que tenía un folder abierto con muchos papeles y fotos, tomé una y mis ojos se abrieron como platos, no pude creer con quien lo tomaron besándose al salir de un hotel, no podía ser eso cierto.


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SI LO SE,  FUE MUY CORTO PERO MAÑANA SUBIRÉ DOS CAP...  OTRA COSA YA ESTA LLEGANDO AL FINAL Y YA TENGO EL TRAILER DE LA PRÓXIMA NOVELA...            -FIRMEN Y COMENTEN MUCHO

13 comentarios:

  1. me encanto!! mueroo x saber con qien la engañaba guillermo a euge subii mas nove besos

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  2. maaaaas me encata!! tengo mucha intriga por el engaño!!

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  3. Me encanto, quiero más. Mañana esperare el cap. Es Lali que Peter vio en las fotos con Guillermo?

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  4. Me encanta saber la historia por parte de Peter...

    MAS MAS MAS MAS!!!!!

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  5. qué decirte? amo la nove y cada cap. Sos una genia y nada espero máaas jaja

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  6. Ahhhhhhhhhhhhhh es lalu????????? nooooooooo pleasse noo

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  7. MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS POR FAVORRRRRRRRRRRRRR

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  8. REGALO DE FIN DE AÑO POR FAVOR
    MARATON MARATON MARATON
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  9. Para Mi Ese Tal Guillermo No Era Guillermo Y Era Pablo!

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