martes, 31 de diciembre de 2013

MARATÓN {45-46-47-48}


Cap 45


– ¿Cómo fui tan idiota para no haberme dado cuenta? – exclamó eugenia aún llorando.

– Dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé que tuviera esas tendencias.

– Eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo hubiera perdonado, pero un hombre…

– Ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.

– Es que no sabes el shock tan grande, además ve los papeles, es un estafador profesional.

– Pero sus días de vividor han terminado.

– Eran todos mis ahorros peter, tengo muchísimas deudas.

– No te preocupes por eso, yo te ayudaré a cubrirlas.

– No, de ningún modo lo voy a permitir, te lo agradezco, pero no es justo que tú pagues por mis errores.

– Para eso somos los amigos y yo estoy en deuda contigo.

– Ni lo menciones, sabes que eres otro hermano para mí.



La seguí abrazando y cuando se quedó dormida la llevé a su habitación, yo también estaba en shock, nunca me hubiera pasado por la mente que David tuviera esos gustos, lo había visto infinidad de veces con chicas en la universidad, jamás le noté nada extraño, ¿sería reciente su cambio?, ¿o simplemente era bisexual? Hablaría con él, esto no se podía quedar así.

Estaba acostado al lado de eugenia viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a mi mente, el rostro de la chica de la noche anterior, me pregunté que estaría haciendo, si también ya estaría dormida, ¿volvería a verla?, pero, ¿por qué pensaba en ella?, eso no estaba bien, ¿acaso rompería las reglas esta vez?, cerré los ojos tratando de dormir.



Cuando desperté, eugenia ya se había ido a trabajar, me dejó una nota en la mesa de noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saqué un bote de leche, me serví en un vaso y después tomé las galletas del anaquel de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar le marqué a David y lo cité a las seis en el restaurante del Rose Imperial.

Después fui a mi departamento, me bañé, me arreglé y luego fui a la oficina a ver qué pendientes tenía.

A las dos almorcé con eugenia, me dio gusto verla más tranquila, eso siempre se lo había admirado, no se clavaba mucho tiempo en las emociones, las vivía al máximo y en poco tiempo las hacía a un lado.

Más tarde me dirigí al Rose Imperial, pasé a saludar a Erika y me quedé poco más de una hora platicando con ella y su mamá, estaban tan felices y agradecidas las dos, me alegraba poder contribuir con esos momentos.

Iba saliendo de su habitación cuando el movil sonó, era un poco temprano para esas llamadas, sin embargo, lo saqué y miré sorprendido el número, una sonrisa se dibujó en mis labios al ver de quien se trataba.

– Hola.

– ¿Estás libre esta noche? – me sorprendió escuchar su tono sensual y me gustó.

– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?

– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30? – ¿por qué querría verme más temprano?, ¿tendría algo que hacer más tarde?

– Lo siento, me es imposible a esa hora – otra razón más para querer golpear a David.

– Vale, entonces a las ocho – respondió un tanto desilusionada.

– A las ocho, en el lobby, cerca de los ascensores.



Colgué porque se habían abierto las puertas del ascensor y entré, presioné el botón de planta baja y sonreí ante la expectativa del encuentro nocturno, no estaba muy seguro si volvería a buscarme y no imaginé que llamara tan temprano, de haberlo sabido hubiera citado a David a la hora del almuerzo, pero pensaba llamarla yo después de terminar de arreglar ese asunto, quería volver a verla antes de ir a pasar el fin de semana a casa de mis padres.



Puntualmente llegó David, me saludó como siempre con su típica sonrisa y un abrazo, evite pegarme mucho a su cuerpo, ya no lo veía con los mismos ojos que antes. Pedimos de cenar y un par de cervezas.

– Que sorpresa viejo, ¿cuánto tiempo sin verte cómo supiste que estaba en Buenos Aires?

– Todo en esta vida se sabe David, tarde o temprano, no hay nada oculto bajo el sol, por más que uno trate de esconderse – respondí serio y frío.

– ¿Y cómo van los negocios? – respondió mirándome extrañado.

– Muy bien, ¿y los tuyos?

– Bien, gracias.

Nos llevaron la cena y estuvimos platicando de cosas triviales, le coqueteó descaradamente a la mesera que se sonrojó, yo moví la cabeza reprobatoriamente. Cuando terminamos de cenar abrí el sobre que traía y saqué las fotos, las fui poniendo una a una sobre la mesa.

La expresión de su rostro fue cambiando conforme las veía de sorpresa, a nervios, a vergüenza, a coraje, simplemente no tenía precio verlo así.

– No sabía que habías cambiado a las mujeres, ¿te hartaste después de todas las que tuviste en la universidad?

– No, no las he cambiado – respondió nervioso juntando las fotos, pero lo detuve.

– A mí me importa muy poco con quien te revuelques, sea mujer u hombre, pero, este tipejo abusó y utilizó vilmente a alguien sumamente preciado por mí y eso no se puede quedar así y tú vas a ayudarme, si no quieres que estas fotografías sean distribuidas entre las chicas de la sociedad a la que pertenecemos o peor aún, que lleguen a la editorial de una importante revista de sociales.

– peter, no es lo que piensas, no he dejado a las mujeres, me encantan, tú lo sabes, pero, en una fiesta ya con muchos tragos encima un tipo se me acercó y probé y…

– Ya te dije que eso a mí no me interesa, lo que quiero es que este individuo pague por la canallada que hizo.

– Está bien, ¿qué debo hacer? – preguntó sintiéndose acorralado.

– Hundirlo, quiero verlo en la cárcel, aprovecha tus encantos y dale confianza, deja que te estafe, porque si no lo sabes, a eso se dedica en la vida, hasta te estoy haciendo un favor – moví la cabeza – después refúndelo en prisión.

– ¿Y por qué no lo hace la persona que mencionas?, yo buscaré las pruebas necesarias. – Porque no pienso permitir que pase por ese proceso, ya suficiente daño le hizo.

– ¿Se trata de mary?

– No y no es de tu incumbencia quien sea… tienes tres meses David, o esto saldrá a la luz pública – dije determinado en tanto recogía las fotos y las guardaba de nuevo en el sobre.

– De acuerdo, muy pronto estará en prisión.

– Eso espero, buenas noches David.

Cap 46

Tomé el sobre y bajé al estacionamiento para guardarlo en mi auto, faltaban cinco minutos para las ocho, me puse un poco de loción y subí de nueva cuenta, pero por las escaleras. La vi recargada en la pared, ¿tenía los ojos cerrados?, sí que era intrigante su forma de comportarse, otra vez estaba nerviosa, ¿por mí?, ¿o sólo por la situación? Me miró, esta vez iba un poco más maquillada que la otra noche, traía su cabello recogido en una coleta y de nuevo vestía su abrigo, pero en esta ocasión cerrado.


– Buenas noches – saludé admirándola, que hermosa se veía.

– Buenas noches – respondió mientras me sonreía.



Entramos al ascensor, me gustaba ver la expresión de su rostro cuando me miraba, era una mezcla de fascinación, deseo, nervios, ansias, de muchas emociones, que francamente alimentaban mi ego. Percibí un ligero movimiento de su parte, acercándose a mí, malditas cámaras de seguridad, yo también ardía en deseos por besarla, pero tenía que advertirla antes de tener que rechazarla y que se lo tomará a mal, pero, ¿por qué me importaba eso?, ya lo había hecho con otras mujeres sin tomar en cuenta que se molestaran o se sintieran ofendidas.



– En este hotel hay cámaras en los ascensores, por seguridad – la señalé con los ojos.

– Entiendo, pero no iba a intentar nada extraño – respondió avergonzada.



No pude evitar que una sonrisa se me escapara, sabía que estaba tan ansiosa como yo, sus ojos eran ventanas abiertas, ¿acaso no veía el deseo en los míos?, como iba a verlo si prefería mirar el suelo.

Salimos del ascensor y caminamos unos metros para llegar a la habitación, me sorprendió gratamente cuando al entrar y encender la luz ella tomó la iniciativa y me acorraló contra la puerta para besarme desesperada, le respondí de igual manera, mi lengua se entrelazaba con la de ella en una lucha sin tregua, frotándose, sintiéndose, en tanto mis manos desabrochaban el estorboso abrigo que dejé caer al suelo segundos después, la separé un poco para mirarla y me quedé perplejo, traía un provocativo vestido rojo de tirantes que acentuaba el color de su blanca piel y mi excitación aumentó, ella se había arreglado para mí.

– Wow… ese vestido sí que te queda bien, muy bien.

– ¿De verdad? – preguntó y se dio una vuelta coquetamente

– Por supuesto, aunque a decir verdad, se verá mejor en el suelo.



Me gustaba esa combinación en ella, de niña tímida y mujer fatal. Me complacía ser yo quien sacara en ella esa parte sensual que no mostraba en público, no se hubiera puesto el abrigo si lo hiciera.



La tomé por la cintura y mi lengua recorrió su oreja exhalando en ella, sentí como se doblaba su cuerpo y me sujetaba por los codos, fui lamiendo hasta llegar a su cuello que besé en tanto bajaba los tirantes del vestido hasta llegar a sus senos que acaricié sobre la tela, después le besé la parte de éstos que sobresalía, luego ella tomó mi cara y me besó frenética, deslicé una de mis manos por debajo de la ropa y noté que traía tanga esta vez, así que masajeé su nalga. Después de romper el beso lamió mi cuello.



– Quiero sentirte dentro de mí – musitó en mi oído acariciando mi miembro ya erecto y después desabrochó con rapidez mi pantalón y liberó mi erección.

Mientras me ponía el condón, ella se tumbó en la cama y se deshizo de su tanga al tiempo que yo lo hacía de mi pantalón, me coloqué encima subiendo su vestido para entrar en ella que gritó al sentirme, comencé con el movimiento haciéndola mía, haciéndola vibrar en tanto ella me quitaba la camisa y acariciaba mi pecho.

Gemí en su oreja, quería que estuviera segura de lo que me hacía sentir, de cómo disfrutaba tenerla entre mis brazos e inundar su cuerpo con el mío, sentí como deslizaba sus manos por mi espalda hasta mis nalgas que empujaba para que llegará más profundo en ella, volví a besarla y mordí sus labios, quería comérmela, ella rompió el intenso beso y gritó de manera deliciosa mientras llegaba al orgasmo y su cuerpo se estremecía, no puede evitar reírme, me llenaba de un gozo incomparable ser yo el responsable de ese grito.



– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dije sobre sus labios abiertos.

– Y lo estás haciendo… de placer – respondió mirándome a los ojos.



Me senté en la cama, recargado en la cabecera en tanto ella se quitaba el vestido, revelándome la desnudez de su cuerpo perfecto, se sentó sobre mí, rozando exquisitamente su sexo con el mío, lamiendo y mordisqueando mi oreja en tanto presionaba mis pezones con sus dedos.

La levanté un poco, a pesar de estar disfrutando del roce de nuestros sexos, quería estar de nuevo dentro de ella. Me encantó que tomara la iniciativa y fuera ella quien se lo introducía, comenzó a moverse lentamente, gimiendo, le solté el cabello y ella se lo acomodó sobre sus hombros de una forma tan increíblemente sensual mientras yo le acariciaba sus muslos y ella se movía a su ritmo, poniendo sus manos sobre mis hombros.

Nos miramos a los ojos y eso fue el aliciente que me faltaba para alcanzar el orgasmo en tanto le apretaba sus nalgas y gritaba por la intensa sensación. Calló mi grito besándome mientras ella terminaba también. Suspiró y la miré confundido, no sé porque pero quería saber lo que pensaba en ese momento, me inquietaba su actitud.



Me cuestionó si ya me marchaba y cuando le dije que no me comentó que quería hacerme una pregunta, el rubor inundó sus mejillas, ¿cómo podía darle vergüenza hacerme una simple pregunta, cualquiera que fuera, después de haberme entregado su cuerpo?

No pude evitar reírme cuando finalmente me hizo saber lo que le inquietaba de mí, ¿cómo era posible que pensara que me prostituía?, entonces terminé por comprender que ella ignoraba toda la cuestión de la sociedad, simplemente alguien le había dado mi teléfono sin darle ninguna explicación y rompiendo la cuarta regla.

– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo – le expliqué levantándome de la cama para buscar otro condón.



Me quité el que traía y lo tiré a la basura, quería hacerla mía una vez más esa noche, no sabía cuándo volvería a verla y deseaba sentirla otra vez temblando entre mis brazos.

Me subí a la cama y dejé el condón en la almohada, la hice acostarse nuevamente, fui deslizando con suavidad mis dedos por la piel tersa de sus piernas, acariciando desde el talón y subiendo de a poco, me entretuve en sus rodillas mientras veía como su pecho subía y bajaba cada vez más aprisa porque su respiración se estaba elevando. Al llegar a sus muslos besé y lamí su ombligo, otro gemido se dejó escuchar, así que subí a sus senos y comencé a comerme uno de sus pezones mientras mis dedos pasaban a su centro frotándolo por fuera y me comí el otro pezón.

Instintivamente abrió las piernas y le introduje mi dedo mientras la besaba apasionadamente, tratando de sincronizar los movimientos de mi lengua y de mi dedo, me pasó el condón y me lo puse de inmediato. Vi como cerraba los ojos cuando volvió a sentirme dentro de su cuerpo. Comencé a moverme lentamente en tanto le besaba el cuello y le apretaba delicadamente sus nalgas. Sus gemidos me encantaban, sin embargo, disfrutaba más de su sabor así que la besé frenéticamente. Ella se aferró a mi espalda y enrolló sus piernas en mi cintura apretándome para sentir más como la llenaba.

Rompí el beso para gruñir, los movimientos de ambos se intensificaron, puse mis manos sobre la cama para levantarme un poco y mirar su rostro, me excitaba más ver su expresión retorcida. Deslizó sus manos a mi torso y lo acarició, se mordía los labios. Embestí con más fuerza, quería que termináramos juntos y a mí me faltaba poco, ella me suplicó por más, estaba a punto de llegar también e instantes después ambos lo logramos. Abrió su boca y su grito se mezcló con el mío, era el éxtasis total, la gloria.



Me dejé caer sobre su cuerpo, en tanto nuestras respiraciones trataban de volver a la normalidad, segundos después me acosté a su lado y cuando estaba completamente recuperado me levanté a vestirme, ella no dijo nada, ya había comprendido las reglas.



Estaba por retirarme cuando recordé que a la mañana siguiente viajaría, así que me detuve antes de abrir la puerta y me giré.



– No estaré disponible hasta el lunes por la noche – aclaré para evitar que me llamara y encontrará el celular fuera de servicio.

– Entiendo – respondió seria.

– Claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte pensando en mí – sugerí pícaramente

– Hasta luego.



Y salí de la habitación, no entendía porque me tomaba tantas molestias con ella, no tenía por qué haberle aclarado que no estaría disponible, eso rompía en parte las reglas, no sería la primera vez que apagaría ese movil, pero esa desconocida estaba ejerciendo en mí algo extraño y me pregunté nuevamente cómo es que había dado conmigo y por qué se había atrevido a llamarme sin saber nada de mí.

Llegué a la casa de mis padres a mediodía, no había nadie, sólo la servidumbre, subí a mi habitación y desempaqué mi maleta. Me tiré en la cama a ver televisión y me quedé dormido no sé cuánto tiempo.

La ruidosa llegada de bauti y Diana me despertó, moví mi cabeza, no importaba que él tuviera 29 años ni que estuviera casado, siempre sería como un niño.



Así que baje y los saludé, a los pocos minutos llegaron mis padres, que me abrazaron dándome la bienvenida. Más tarde llegó mary con unas amigas y poco después, Maiquel que la abrazó efusivamente.

Cenamos y estuvimos platicando largo rato, mi pequeña hermana estaba más que emocionada porque al día siguiente haría oficial su compromiso con Maiquel. Me fui a acostar, pero no tenía sueño, entonces me puse a leer mientras escuchaba música.



Obviamente no oí cuando abrieron la puerta, me di cuenta que había alguien en mi habitación cuando me quitaron el libro de las manos. Era Maggie, una amiga de mary, de la cual yo sabía plenamente que sentía algo por mí, me miraba seductora, traía puesto un short y una polera de tirantes ceñida al cuerpo, se mordió un dedo y vi el deseo en sus ojos, estaba determinada a seducirme esa noche y yo sonreí.

Cap 47

– Maggie, creo que te equivocaste de habitación – dije quitándome los audífonos y dejando el Ipod sobre la mesa de noche.

– No, definitivamente esta es la que estaba buscando – exclamó en tono sensual sentándose a mi lado.

– No pretenderás dormir aquí, verdad? – pregunté haciéndome el desentendido.

– No pretendo precisamente dormir peter – respondió poniendo su mano sobre mi muslo – ¿sabes?, has sido mi fantasía los últimos diez años de mi vida y ahora quiero hacerla realidad.

– Maggie, está aquí toda mi familia, incluida mary, tu amiga.

– Todos están en sus recámaras – se sentó sobre mí – prometo no hacer ruido – añadió y me besó apasionadamente.



Puse mis manos en su cintura y le correspondí el beso, que diferente era su sabor al de la desconocida de anoche, su forma de besar. Empezó a lamer y mordisquear mi cuello, estaba logrando excitarme, pero nada comparado a las caricias que ella me provocaba, estaría a mil con ella si me mordiera, pero. ¿qué estaba yo haciendo?, ¿comparándola?, jamás había hecho comparaciones antes, me quedaba claro que cada mujer era única, ¿por qué ahora pensaba en ella y deseaba que fuera la que estuviera ahí? Maggie subió a mi oreja y la lamió, absorbió el lóbulo, yo estaba estático, como nunca, mi cuerpo estaba ahí, mi mente a kilómetros.



– Me he reservado para ti, quiero que seas el primero, como siempre lo soñé – susurró en mi oído trayendo mi mente de regreso.



Y, sin saberlo, me dio la clave para detenerla, así que la cargué y la puse a mi lado, me levanté de la cama y me llevé una mano a la cabeza, haciendo mi cabello para atrás.



– ¿Qué pasa?, ¿nunca has estado con una virgen? – preguntó inocentemente.

– Maggie, la primera vez en la vida de una mujer es importante, tiene que ser especial, es algo que siempre recordará.

– Lo sé, porque eso quiero que sea contigo – exclamó hincándose en la cama para alcanzarme, pero yo me hice para atrás.

– No es buena idea – aseguré.

– ¿Por qué no?, ¿no te gusto?, ¿no me encuentras atractiva?

– No es eso Maggie, eres muy hermosa. pero mereces que tu primera vez sea única – guardé silencio buscando las palabras adecuadas – mereces que sea con alguien que te quiera, no con quien está pensando en otra persona.

– ¿Qué?, ¿estabas pensando en alguien más? – preguntó desconcertada y desilusionada.

– Sí, no voy a mentirte, por eso no merezco que me entregues tu inocencia, espera a que llegue el indicado, el hombre que te quiera y que esté feliz de ser el primero en tu vida, yo no soy ese hombre.

– No sabía que tuvieras novia, eso sí es una sorpresa, el inconquistable Peter lanzani al fin ha sido cazado.

– No es mi novia – dije sin pensar – aún – añadí sorprendiéndome a mí mismo.

– Entonces no hay ningún obstáculo para hacerlo conmigo.

– Hay más de uno Maggie, eres amiga de mary, estamos en la casa de mis papás, tú y yo no somos nada y aunque ella no sea mi novia está en mi mente, no quiero perjudicarte, será mejor que te marches.

– Vale– exclamó y se levantó de la cama acercándose a la puerta – no me importa que pienses en otra, es más, si quieres imagínate a Megan Fox, pero hazme el amor – agregó acorralándome contra la pared.

– No Maggie, date a respetar, no puedo hacerte el amor porque eso involucra sentimientos y, perdóname por ser tan sincero, no los tengo por ti y no voy a tomarte solamente por capricho tuyo, créeme que no soy el hombre de tus fantasías – expliqué tomándola de las manos y alejándola de mí.

– Si no fuera virgen, ¿sería diferente?

– No, ya te lo dije, eres amiga de mary y estamos en casa de mis papás.

– Está bien, tú te lo pierdes – dijo molesta.

– Buenas noches Maggie, descansa.



Me corrió con enfado la mirada, le abrí la puerta y salió de la habitación. Cerré y me quedé recargado ahí, ¿qué me estaba pasando?, no era la primera vez que rechazaba a una mujer, tenía que reconocerlo, pero habían sido otros los motivos, no porque estuviera pensando en alguien más, eso jamás lo había hecho, me concentraba en la persona con la que estaba, ¿qué rayos me estaba haciendo ella? Quizá debía evitar volver a verla, era la primera vez que no estaba seguro de poder cumplir las reglas y si las rompía, no habría vuelta atrás. Moví la cabeza, le puse seguro a mi puerta y regresé a la cama. Me acosté boca arriba, debía reconocer que Maggie había logrado encenderme, así que cerré los ojos y me concentré en la hermosa desconocida, su imagen vino fácilmente a mi cabeza, su sonrisa, su olor, su sabor, sus gemidos, su rostro retorcido, la textura de su piel, todo lo tenía bien grabado en mi mente. Mi mano bajó a mi miembro, sacándolo del pantalón y empecé a acariciarlo pensando en ella, deseando que fuera su mano en lugar de la mía, reviví los momentos vividos con ella y la sensación de placer aumentaba al recordar sus besos y sus caricias. Miré mi movil, su voz me ayudaría bastante, pero recordé que ahí no tenía su número y el otro celular lo había dejado en mi departamento de Buenos Aires. Seguí concentrándome en ella y a los pocos minutos llegué al orgasmo.

Cap 48

Nos dirigimos a la habitación y una vez más maldije a las cámaras de seguridad del ascensor, si no estuvieran, en ese mismo instante lo detendría y la haría mía, era una de mis fantasías que aún no cumplía.



Al entrar a la habitación ella se fue directo a la mesa para dejar su bolso, me acerqué y la abracé por la cintura acercándola a mí, su exquisito aroma me inundó y mi cuerpo empezó a reaccionar, comencé a besarle el cuello mientras masajeaba sus senos por encima de la blusa, después le quité el abrigo y la giré para besarla desesperadamente acariciando sus nalgas, me enloquecía su sabor, sentir como se iba excitando.



Después volví a besar su cuello hasta llegar a su oreja, le mordisqué el lóbulo y la escuché gemir, entonces una idea cruzó por mi mente, quería saber si había hecho lo mismo que yo cuando estuve en Seattle. Le pregunté si había seguido mi sugerencia y, para mi sorpresa, respondió que sí, así que le pedí que me lo mostrara y me miró desconcertada.

– Quiero que te acaricies para mí – le pedí rozando su boca, ella me miraba sin dar crédito a lo que le solicitaba – anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – insistí en tanto deslizaba mi dedo pulgar por sus labios.

Quise tentarla para ver hasta donde era capaz de llegar por complacerme y me encantó su disposición y, sobre todo, ver como se deshacía de la timidez que mostraba en público y se convertía en la mujer más sexy.



Me senté en el borde de la cama y fui testigo del más espectacular y seductor striptease que había presenciado jamás. En algún momento liberé mi miembro y lo acaricié mientras la veía autosatisfacerse hasta que ya no aguante más y me acerqué a ella, me miró sorprendida, tomé sus dedos y los lamí disfrutando del sabor de su intimidad, después de colocarme el condón me introduje en ella y comencé a gemir en tanto me movía ávidamente haciéndola mía, luego de un rato me detuvo, provocando que me desconcertará y me fascinó escuchar su respuesta cuando le pregunte qué era lo que hacía.

– Lo que me pediste, complacerte – musitó en mi oído con su voz retorcida y sensual

Hizo que me sentara y se montó en mí, puse mis manos en su cintura y me las tomó para entrelazarlas con las suyas, después las puso a los lados de mi cabeza mientras subía y bajaba con rapidez, lamió mi cuello y gimió en mi oído, haciendo que la sensación de placer se incrementara al igual que sus movimientos, instantes después llegamos juntos al orgasmo, se dejó caer sobre mí y luego se sentó a mi lado emitiendo otro gemido delicioso que provocó que me riera, me encantaba ser yo el responsable de esos gemidos.



De pronto, se escuchó el rugir de su estómago y le propuse cenar, ella estaba a punto de contarme algo personal, pero el subconsciente me traicionó y levanté una ceja, así que omitió la información y sólo dijo que no había tenido tiempo para comer. Me levanté del sillón para tomar el teléfono y le sugerí las hamburguesas, que eran mis favoritas, se me hizo extraño que pidiera las papas en un plato por separado, sí que era diferente en todos los aspectos.



Me tumbé en la cama y encendí el televisor, necesitaba una distracción antes de que la cuestionara sobre su fin de semana y con eso romper por completo las reglas, aún no estaba del todo seguro de querer hacer eso. Ella se metió al baño. Entonces, me reí de mí mismo, las reglas las estaba rompiendo de a poco, sobre todo la tercera, ¿a quién quería engañar?, jamás me había tomado la molestia de verlas dormir como en mi primer encuentro con ella, aunque hayan sido escasos segundos; tampoco había explicado que estaría ausente como lo hice la segunda vez y mucho menos había compartido otra cosa que no fuera sexo como ahora que cenaríamos juntos, no tenía muy claro porque lo estaba haciendo, pero me inquietaba verla en otras circunstancias, conocerla en otros aspectos.



Me levanté para retirarme el condón y después me puse una bata que saqué del clóset. Minutos más tarde tocaron la puerta, la abrí y me entregaron la bandeja con la comida, la puse sobre la mesa y ella salió del baño envuelta en una toalla.

Se sentó frente a mí y empezamos a cenar en silencio y de nuevo se me ocurrió tentarla, así que empecé a seducirla acariciándole su pierna por debajo de la mesa y su respuesta fue exquisita, tomó una larga papa y la metió a su boca de una forma demasiado sexual, evidentemente haciendo alusión al miembro masculino, me mordí el labio ante la insinuación, en verdad moría porque me hiciera eso, ¿a qué hombre no le gusta?, sin embargo, no me atrevía a proponérselo, no la obligaría a hacer algo que no quisiera.



Continuamos comiendo de la manera más increíblemente sensual que pudiera existir, definitivamente ya no podría comer una hamburguesa y unas papas sin evitar recordar este momento. Cuando terminamos de cenar me levanté para ponerme otro condón y volví a hacerla mía, esta vez en la mesa, me agradaba sobre manera que se dejara llevar y permitiera experimentar otras formas de tener sexo. En esta ocasión terminé segundos antes que ella, después me levanté y fui al baño, me quité el condón y me lavé las manos para quitar el olor de la hamburguesa y las papas, cuando salí la vi vistiéndose.



– ¿Qué haces? – pregunté contrariado, no podía irse tan rápido.

– Vistiéndome.

– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir? – dije desconcertado.

– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.

– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – exclamé tajante.

A veces no podía dominar mis emociones, sobre todo la ira, la incertidumbre y la preocupación, reaccionaba irasciblemente. Me acerqué a ella y lamí sus delicados labios, incitándola poco a poco hasta que metí mi lengua en su boca buscando el roce con la suya, la besaba con mucha más frecuencia que a las demás, aparte de su sabor me gustaba su forma de besar, apasionada, sí, pero a la vez suave con un toque de ternura, nadie me había besado de esa manera. Terminé por quitarle las pocas prendas que se había puesto y mientras seguíamos besándonos caminamos hacia la cama para volver a hacerlo.



Fui por el último condón que tenía y me subí en ella, besé sus senos mientras ella enterraba sus manos en mis cabellos y gemía una vez más a causa de mis caricias, fui subiendo dándole besos cortos hasta su cuello que mordisqué ligeramente, no quería dejarle marcas, entonces, ella tomó el control de la situación y me hizo girarme, ahora fue ella la que besó y lamió mi cuello, oh sí, que diferente se sentía que lo hiciera ella, me quitó el condón de la mano y se hincó para colocármelo en tanto sus dedos rozaban mi miembro y empecé a jadear, se montó sobre mí y fue moviéndose lentamente en círculos con mi miembro dentro de su centro, era una sensación deliciosamente placentera y mis jadeos aumentaron.



– Oh sí, así – exclamé entre gemidos sin poder evitarlo.

– ¿Te gusta? – preguntó en un tono apenas audible.

– Sí, sigue, no te detengas.



Me estaba volviendo loco y llevándome al extremo, sus movimientos seguían lentos, provocando un roce de lo más exquisito, empezó a subir y bajar mientras llevaba sus manos a sus cabellos acariciándolos sensualmente, yo puse mis manos sobre su cadera y se la apretaba al compás de su ritmo, de pronto se detuvo y entonces la hice acostarse, era mi turno de llevar el control y la embestí con fuerza en tanto nuestros labios se rozaban y sentía su tibio aliento inundar mi boca y llegar hasta la garganta. Seguí haciéndola mía sin quitarnos la vista de encima, como disfrutaba de su rostro retorcido por el placer que yo le proporcionaba. Abrazó mi espalda con sus piernas y los movimientos se volvieron aún más intensos al igual que sus gritos y volvimos a llegar juntos al orgasmo, me dejé caer sobre su cuerpo aspirando el olor de su sudor y del sexo mismo que flotaba en al aire.



– Eres fantástica – dije en voz baja en su oído.

– Y tú eres único – exclamó aún con la voz retorcida de placer.



Esas palabras me encantaron, me daba cuenta como gozaba, pero que me lo hiciera saber con palabras era grandioso. Me acosté a su lado, no tenía prisa por irme, no como en otras ocasiones, exhalé fuertemente y de reojo la vi sonreír satisfecha, sabía perfectamente que ella era la causante de esas exhalaciones a causa del magnífico sexo que compartíamos

Cerré los ojos unos instantes mientras mi respiración volvía a su ritmo normal y me quedé dormido unos minutos. Cuando desperté me di cuenta que ella también dormía, así que me levanté, me quité el condón y me vestí. Salí de la habitación tratando de no hacer ruido para evitar que se despertara, mientras caminaba por el pasillo se me ocurrió hacerle saber lo estupenda que había estado la noche así que me dirigí a la oficina del gerente, no quería escribirle la nota a mano. Toqué la puerta y en seguida me abrió.



– Buenas noches Arthur, necesito hacer algo en el ordenador, ¿me permites?

– Por supuesto peter, faltaba más, mientras voy a la recepción.



Tenía abierto Word, así que di click en nuevo documento y escribí en letras grandes: “Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo”. Lo mandé imprimir y al leerlo me percaté que había escrito mi nombre, dudé, pero finalmente se lo quité y lo imprimí otra vez, luego cerré el documento sin guardarlo. Subí nuevamente a la habitación y dejé la nota sobre la mesa, me acerqué unos instantes a mirarla, estaba acostada de lado.



– No te vayas – dijo entre sueños.



¿Acaso estaba soñando conmigo?, ¿sería posible que pensara en mí durante el día? Moví la cabeza y salí otra vez silenciosamente y me fui directo a mi departamento con una sonrisita en la cara. Me bañé y después me acosté, inmediatamente me quedé dormido

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BUENO CHICAS LES DIJE QUE LES IBA A SUBIR 2 Y LES SUBÍ 4 :)) IGUAL ME PORTE BIEN JAJAJA BUENO ESPERO QUE PASEN Y FELIZ AÑO NUEVO YA QUE ALGUNAS DE USTEDES YA LO PASARON :)) Y ESPERO QUE NO SE OLVIDEN DE PASAR A LEER MIS NOVELAS EL 2014 :)) -BESOS Y FIRMEN HARTO...

lunes, 30 de diciembre de 2013

MARATON { 42-43-44}


Cap 42

A los dos minutos que colgamos, me llegó un mensaje al movil con el teléfono de la chica, la clave y las reglas, aún no estaba seguro de querer participar en ese juego.



Se llevaron todas las cajas, después tomé mi maleta y miré por última vez aquella habitación que había sido más que eso, había sido mi guarida, mi refugio, la que sabía de todos mis proyectos, mis sueños y mis alocadas aventuras de universitario. Bajé las escaleras, me despedí de algunos compañeros que me encontré en el camino y subí al taxi que ya me esperaba para llevarme al aeropuerto.



Al llegar al de Seattle me estaban esperando mis padres y euge, que sostenía un gran cartel que decía “Bienvenido a casa Licenciado Lanzani”, yo sonreí y corrí a su encuentro, primero abracé a mi madre que estaba más que feliz de volver a verme, la cargué y le di vueltas, después varios besos en ambas mejillas, ella sólo sonreía. Luego abracé a mi padre, que me dio un apretón en la espalda y unas palmaditas en una mejilla y por último le di un gran abrazo a eugenia.



– ¿Y bauti? – pregunté al no verlo ahí.

– Tuvo entrenamiento hijo, ¿qué tal el vuelo? – respondió mi madre abrazándome.

– Muy tranquilo ma, me dormí casi todo el trayecto.

– Que gusto tenerte en casa.

– A mí también me da mucho gusto regresar.



Caminamos al estacionamiento y subimos al auto de mi padre, les fui platicando del proyecto que tenía en mente y que me asociaría con dos de mis compañeros para llevarlo a cabo. Mi padre me platicó como iba la fundación que dirigía y mi madre me dijo que estaba muy emocionada porque tendría una exposición en Nueva York la siguiente semana. Eugenia me anunció feliz que ya había conseguido trabajo. Al cabo de unos minutos llegamos a la casa, bajé mi maleta de la cajuela y entramos. Sonreí enormemente cuando se escuchó el grito de sorpresa y vi a mis hermanos, amigos y otros familiares en la sala de la casa.



De inmediato corrió la duendecillo de mi hermana a colgarse de mí, la abracé con fuerza y le di vueltas en el aire. Después me abrazó bauti, el recién casado, tenía apenas un par de meses de haber regresado de su luna de miel. También me dio un gran abrazo Diana y luego su pequeño hermano Maiquel. Seguí saludando a los presentes, entre ellos mis tres tíos.

– Que gusto me da verte peter, ya eres todo un hombre, que alegría que ya hayas terminado hasta la maestría – dijo el tío Eduardo después de darme un gran abrazo.

– A mí también me da gusto verte tío, gracias por estar aquí.

– Ni lo menciones, no me podía perder tu regreso, en la noche nos vamos a festejar, ¿eh?, un amigo acaba de abrir un table–dance y las chicas están de lujo, nos llevamos a tu hermano que el hecho de estar casado no le impide ver el menú y de paso al noviecito de tu hermana para que vaya aprendiendo.

– Si mary se entera te ahorca.

– No le vamos a decir, ya arreglé todo y hasta tu padre nos va a acompañar, será una noche de hombres memorable.

– ¿Te puedo robar a mi hermano, tío? – exclamó mary colgándose de mi brazo.

– Por supuesto nena – respondió y se fue con el resto de sus hermanos.

– Te hacía en Francia pequeñuela – dije apretándole cariñosamente la nariz.

– Es que este fin de semana será largo porque hoy es día feriado, llegué en la mañana, muy temprano y me voy el domingo a mediodía.

– Pues eso me da mucho gusto, aunque igual estaba planeando ir a visitarte.

– Súper, puedo enseñarte algunos lugares maravillosos y muy románticos para cuando tengas novia la lleves para allá.

– Sabes que eso de las novias no es lo mío.

– Pero, el amor es maravilloso peter, pensé que ya habías superado… – guardó silencio, no quería herirme con ese tema – yo soy tan feliz con Maiquel, nos amamos tanto, aquí entre nos, él también irá a verme, estará diez días allá.

– Que bueno que me dices, ahora le preguntó cuándo parte para yo programar mi viaje en la misma fecha.

– Ay no seas celoso ni posesivo hermano, ya sé cuidarme ¿vale?, vivo sola del otro lado del océano.

– Era broma, sé que puedo confiar en ti y no te voy a prohibir que hagas las cosas, sé que no necesita viajar tu novio para que te portes mal, sólo cuídate y siempre piensa en las posibles consecuencias.

– Eso hago, teniendo de padre a un doctor no puede ser de otra manera, recuerda:

– ¡¡¡Prevención!!! – exclamamos los dos al mismo tiempo y nos largamos a reír.

– Cuenten el chiste, ¿no? – dijo bauti acercándose a nosotros.

– ¿Cuál es la frase predilecta de papá? – preguntó mary divertida.

– La medicina debe ser preventiva no curativa, así que ante todo prevención – respondió en tono ceremonioso y volvimos a reírnos – por cierto hermano, te tengo un regalo de graduación, está en tu habitación, vamos. 

– Ay yo quiero ver que es – exclamó mary.

– Es cosa de hombres, tú no puedes venir.

– Ash, me chocan cuando hacen su club de Tobi, voy con Maiquel.

De inmediato pensé en el regalo de David, pero a pesar de que mi hermano estaba un poco chiflado no lo creía capaz de meter en la casa a una mujer, me reí para mis adentros, él se dio cuenta y me miró con cara de interrogación, pero yo moví la cabeza negativamente como diciéndole que no era importante.



Subimos las escaleras y caminamos rumbo a mi habitación, como siempre era la última del pasillo. Entramos y en la cama había una caja, yo lo miré y me pidió que la abriera, así que eso hice y me encontré con que se trataba de una dotación de preservativos.



– Acabo de firmar un contrato para ser la imagen de esa marca durante cinco años, así que me estarán surtiendo de este material, pero yo ya no los necesito y conociéndote, sé que te harán falta.

– Gracias hermano, no me esperaba que de esto se tratará.

– Recuérdalo siempre: ¡prevención!



Nos reímos una vez más y después bajamos. La fiesta siguió, comimos y después me puse a hablas con eugenia.



– Cuéntame de tu trabajo.

– Estoy feliz, seré maestra de una secundaria, la más prestigiada de Buenos Aires.

– ¿Te mudarás a Buenos Aires? – pregunté sorprendido.

– Sí, ¿tú crees?, en un mes tengo que estar allá.

– Felicidades – exclamé y la abracé.



Como a las diez de la noche el tío Eduardo empezó a reclutar a todos los hombres. bauti no estaba muy seguro de acompañarnos, pero finalmente lo hizo. Maiquel  estaba nervioso porque acababa de cumplir la mayoría de edad y sería la primera vez que iría a un lugar de ese tipo.



Llegamos y nos sentamos en una mesa al lado de la pista, la primera chica que salió era una morena, hermosa y muy bien dotada de todas las partes de su cuerpo, la segunda fue una rubia impresionante y cuando salió la tercera ya teníamos varias copas encima. De pronto, la morena se acercó y me tomó de la mano, me llevó a un privado y me hizo un baile exótico y demasiado sensual, la única condición era no tocarla, ¿y qué se supone que haría si me estaba excitando?

Llegamos a la casa a las cuatro de la madrugada, yo estaba demasiado cansado, entre el viaje, la fiesta y el alcohol, en cuanto puse la cabeza en la almohada me quedé profundamente dormido. Cuando desperté. como a mediodía, tenía una erección, la morena había hecho muy bien su trabajo y había tenido un sueño húmedo de esos memorables que despiertas con la sangre hirviendo, tuve que acariciarme para tranquilizarme un poco, aunque no era lo mismo que hacerlo con una mujer, pero al menos calmaba las ansias.



Por la tarde llevaron mis cosas y empecé a desempacar. Cuando terminé recibí un mensaje a mi movil, de David, donde me decía que sí me acompañaba a París y entonces, recordé su famoso club o sociedad secreta y dadas las circunstancias de la noche anterior, viendo bailar a despampanantes mujeres desnudas y sin poder tocarlas me sentía bastante inquieto, así que busqué el número que me había dado mi amigo y lo marqué, una hermosa y sensual voz me respondió.



– ¿Estás libre esta noche? – pregunté también en tono sensual.

– Sí, ¿en dónde te veo?

– ¿Te queda cerca el hotel Saint Regis?

– Sí, te veo en media hora en el bar, traigo un vestido negro, con una abertura de lado.

– Entendido, en media hora te veo.



Metí la mano en la caja y tomé varios condones que después metí en la bolsa de mi pantalón, agarré las llaves de mi carro y bajé corriendo las escaleras. Mi familia veía televisión, les dije que volvía más tarde y salí a toda prisa. A la velocidad que yo manejaba llegué en menos de veinte minutos al lugar de la cita, pagué una noche de hospedaje y me entregaron la tarjeta de la habitación. Entré al bar y no vi a ninguna chica con un vestido como el que me habían descrito, así que pedí un vodka mientras esperaba. Diez minutos después, una impresionante chica se sentó a mi lado en la barra, cruzó la pierna y en seguida supe que se trataba de ella, así que le guiñé el ojo y ella me sonrió de vuelta. Pagué mi trago y me levanté al mismo tiempo que ella.

Nos dirigimos al séptimo piso. El verle el cortísimo vestido y el profundo escote que lucía me encendió más de lo que ya estaba, así que cuando estuvimos dentro de la habitación la besé ansiosamente mientras me quitaba la chamarra y caminábamos al centro donde alcancé a ver una mesa, la doble ahí, con su cara sobre la superficie, subí desesperado el vestido y sonreí al ver que traía tanga, me ahorraría unos preciados segundos, con la misma desesperación abrí mi pantalón y liberé mi ya erecto miembro, me coloqué el condón y debo reconocer que me porté bastante egoísta porque no me importó saber que tan excitada estaba ella, lo único que quería era saciar las ganas.



Le hice a un lado el tanga y entré en ella con fuerza, emitió un grito y pude percibir que no estaba muy mojada, pero seguí impulsándome mientras jadeaba y poco a poco ella fue mojándose más y más hasta que empecé a escuchar sus gemidos de placer, entonces, incrementé el ritmo de mis movimientos al tiempo que le apretaba las nalgas que se pusieron rojas de inmediato debido a su blanca piel. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y mi grito fue casi bestial, después de terminar completamente me salí de ella y me quité el condón.



¿Así que te gusta jugar rudo? – exclamó seria.

– Lo siento, no suelo ser así – dije y ella se largo a reír.

– Me gusta la rudeza, ¿sabes?, eres justo lo que necesitaba para divertirme esta noche.

– ¿Con qué te gusta la rudeza?, ¿y qué piensas hacerme ahora?



Me dedicó una maquiavélica sonrisa y se acercó a las cortinas, les quitó los cordones con los que estaban amarradas y después se acercó a mí, mirándome malévolamente y yo le sonreí divertido. Me empujó con todas sus fuerzas sobre la cama, se subió en mí y me besó, después tomó una de mis manos y la ató al borde de la cama, volvió a besarme y luego ató la otra mano.

Se bajó de la cama y se desnudó, después regresó a su posición, inspeccionó los bolsillos del pantalón y sacó otro condón, terminó retirándome el pantalón y el bóxer y me puso el condón lentamente. Yo estaba que explotaba ya, jamás había estado en una situación así, en la que no podía interactuar con mi pareja, ella volvió a sonreírme malévola y se sentó sobre mí, absorbiendo todo mi miembro en su interior y comenzó a moverse a su ritmo, empeñada ahora ella en gozar, se pellizcaba los senos, se mordía los labios en tanto subía y bajaba, después se tumbo en mí, lamió mis labios y me impidió besarla, de pronto sentí que estallaba y se lo hice saber

– Yo aún no termino “amor”, así que más te vale que aguantes – amenazó y comenzó a moverse salvajemente sobre mí hasta que instantes después terminó, dejándome el miembro adolorido.

Y así comenzaron mis aventuras en aquel club, que yo preferí llamarle sociedad secreta, incluso secta por eso de las reglas, las cuales fui dominando hasta volverme un experto, y sí, me llegué a topar con alguna modelo famosa, hasta una artista de televisión me toco en una ocasión. Entonces, poco a poco fui volviéndome más frío en los encuentros, probé varias y muy variadas mujeres, con fantasías diferentes, aprendí y mejoré varias técnicas en el arte del sexo.



En cuanto a mi vida familiar, mi padre me pidió que me asociara con él en su fundación y acepté de inmediato. Visité a mary tres veces mientras estudiaba en Paris, dos de ellas haciéndole compañía a maiquel y asegurándome bien que durmiera en su cuarto del hotel, aunque se me llegaron a escapar juntos algunas veces, por supuesto, eso yo se los hacía creer a ellos, sabía bien que necesitaban privacidad y que estaban completamente enamorados, además, maiquel era un chico bien portado que estudiaba música y que moría por mi hermana, estaba seguro que jamás haría algo para dañarla.



También acompañé a Eugenia  cuando se mudó a Buenos Aires, donde por cierto, me enteré que estaban rematando un viejo hotel de la ciudad porque el dueño había hecho un mal negocio que lo había dejado en bancarrota, así que solicité un préstamo y lo adquirí para remodelarlo, fue mi primera gran inversión y con el tiempo me compré un departamento en esa ciudad, lo cual hizo inmensamente feliz a eugenia, porque ya no estaría tan sola, aunque al poco tiempo de mudarse empezó a andar con un chico que conoció en el metro y no tardaron en vivir juntos.



Seguí con mis inversiones, rescatando viejos hoteles para remodelarlos, adquirí un departamento cercano a la casa de mis padres en Seattle y con el tiempo una pequeña casa en Las Vegas, ya que me gustaba ir a apostar de vez en cuando. Y el tiempo siguió su curso, hasta que un día algo inesperado sucedió que le dio un giro a mi vida de 180°.

Cap 43

Era un martes cualquiera del mes de octubre, al menos eso creía yo en ese momento. Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto. El tráfico estaba imposible, había habido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo miraba desesperado el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrado, no me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi movil sonó.

– Hola papá – respondí al reconocer su número.

– Hola hijo, ¿cómo estás?

– Bien, ¿y tú?

– También, hijo te llamo para pedirte un favor, ¿sigues en
Buenos Aires?

– Sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana, ¿qué necesitas?

– ¿Recuerdas a Erika?, una de las chicas que ayudamos en la fundación, que tiene cáncer de estómago en fase terminal.

– Sí, es una chica de veinte años, ¿no?, de origen italiano.

– La misma, ¿sabes?, nunca ha viajado y tiene la ilusión de estar hospedada en un hotel de lujo, en una habitación con jacuzzi y pensé que podríamos hacerle realidad ese sueño en su ciudad natal y ese es el favor que quiero pedirte, que le consigas una habitación en el Rose Imperial por unos días para ella, su mamá y su enfermera.

– Por supuesto papá, pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.

– Gracias peter, ahora te la envío por mensaje.

– No tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda, ahora mismo llamo para reservar una suite.

– Vale, y entonces, ¿cuándo vienes?

– Yo creo que hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres, pero ya que perdí el avión aprovecharé para visitar a Erika y hacer otras cosas.

– Bueno, cuídate mucho hijo y de nuevo gracias.

– Ni lo menciones, salúdame a mi mamá y dile que los veo el viernes.

- Hasta el viernes entonces

Salí del aeropuerto, tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Llamé al hotel y pedí que reservaran una de las suites presidenciales a nombre de Erika Villareal y les dije que yo cubriría los gastos. Recibí el mensaje de mi padre con la dirección de ella y después de pasar por mi auto me dirigí hacia allá.



Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi padre ya le había llamado por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí, mi padre sí lo era y, en dado caso que yo lo fuera, tenía las alas quemadas. Terminé por entrar a la casa y saludé a Erika que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las quimioterapias, le di un abrazo y la ayudé a levantarse. La encaminé al auto y después de que subió, me regresé por las dos maletas y las metí en el maletero, en tanto su mamá y su enfermera subían también.



Me puse en marcha y manejé a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Rose Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del coche para bajar, saqué las maletas y el botones las metió al lobby. Yo mismo me dirigí a la recepción por la tarjeta de la habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.


Salí del ascensor y saqué mi movil para llamar a eugenia, le pregunté que si estaba disponible para cenar y me dijo que sí, que justo estaba a dos calles del hotel, así que entré al restaurante y la esperé en la mesa de siempre. La noté algo extraña cuando entró y me saludó, me sonrió, pero sus ojos lucían apagados.

– ¿Otra vez discutiste con Guillermo? – pregunté mientras le arrimaba la silla para que se sentará.

– No… bueno, sí, dice que el negocio va mal, que hay perdidas en lugar de ganancias – suspiró frustrada – cada vez está más frío conmigo, hace meses que no me toca peter, siempre está cansado, tiene sueño, se siente agripado, llega en la madrugada… casi estoy segura que anda con alguien más.



– ¿Y qué esperas para dejarlo eugenia?, el tipo es un abusivo, está viviendo en tu departamento, tú fuiste la que puso el capital para la cafetería y el desgraciado todavía se atreve a cometer la canallada de estarte engañando, no hay pérdidas en el negocio, hay desvió de fondos, que es muy diferente, seguro se está gastando el dinero con ella.



– No es seguro peter, sólo son sospechas mías – se llevó una mano a cabeza y la deslizó por su cabello para luego recargar su mentón en ella – lo mandé investigar.

– ¿Qué hiciste qué? – pregunté sorprendido.

– Lo que oíste, contraté un detective para que lo siguiera y en esta semana me entrega su reporte.

– Y sigues invirtiendo dinero en él – le reproché moviendo la cabeza negativamente.

– peter, por favor, hablemos de otra cosa, ¿sí?, necesito distraerme y no deprimirme más.

Pedimos la cena y le estuve platicando de la junta de en la mañana. eugenia casi se había vuelto experta en negocios a causa de mis conversacion que escuchaba sin chistar y hasta me hacía preguntas, incluso me acompañaba a algunas cenas importantes. Dos horas se pasaron volando y luego la acompañé al estacionamiento, le di un gran abrazo y una vez que arrancó su coche caminé hacia el mío.



Acababa de quitarle la alarma cuando el otro movil sonó, lo saqué del abrigo y era un número que no tenía registrado, seguro se trataba de una chica nueva, la verdad no tenía muchas ganas de responder, pero había sido un día agotador y sería una buena forma de liberar el estrés, así que finalmente sí lo hice.



– Hola – dije y me respondió el silencio, pero pude escuchar perfectamente su respiración, un tanto agitada y sonreí.

– Hola – lo intenté una vez más, acentuando la sensualidad

– ¿Estás libre esta noche? – soltó de forma arrebatada, nerviosa, casi pude jurar que se había mordido el labio inferior.

– Sí, ¿en dónde nos vemos? – respondí mientras se me escapaba una sonrisa por su actitud poco común.

– No lo sé, tú dime – no era la respuesta que esperaba, siempre me indicaban un sitio.

– ¿Te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – ya estaba yo ahí y siempre tenía una habitación exclusiva para mí, aunque jamás la había usado para ese fin.

– Como a veinte minutos – dijo titubeante.

– Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien? – propuse mientras caminaba hacia ahí.

– Sí, claro.

– ¿Cómo te reconozco?

– Mido como 1.50, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, piel blanca y traigo un vestido rojo asimétrico de manga corta y yo, ¿cómo te reconozco a ti? – comprobé que en definitiva era nueva en esto, me dio demasiados detalles que jamás me daban.

– Simplemente lo sabrás, en media hora te veo – contesté y le colgué.

Volví a ponerle la alarma a mi coche y en tanto caminaba a los ascensores pensaba en lo nada común que había sido esa llamada, la actitud de la chica, sus preguntas y sus respuestas, no había sido la típica mujer seductora, quizá ese era su juego. Caminé a la recepción y pedí la tarjeta, luego me senté en uno de los sillones del lobby y tomé un periódico, había algo extraño ahí, así que la miraría y ya después decidiría si me acercaba a ella o no.



Aproximadamente 25 minutos después cruzó la puerta, la descripción encajaba perfecto, pero jamás me dijo lo linda que era, estaba discretamente maquillada, nada presuntuosa, encima del vestido traía un abrigo negro sencillo y se veía sumamente nerviosa. Me dediqué a observarla unos minutos, jugaba con sus manos mientras recorría el lobby de un lado a otro, sin notar mi presencia, miraba al suelo, dudosa, me hubiera encantado saber lo que cruzaba por su mente, entonces decidí acercarme.



– ¿Estás libre esta noche? – susurré en su oído y noté como se tensaba.



Respondió moviendo la cabeza afirmativamente y volteó, se sorprendió al verme y, a pesar del maquillaje, noté como se ruborizaba, en ese momento supe que ella no era como las demás, no entendía como dio conmigo, no era de mi clase, eso se le notaba, era una chica sencilla, común y muy hermosa. Le tendí mi brazo caballerosamente y lo tomó, sentí el temblor de su mano. La dirigí a los ascensores, una vez que entramos la miré de reojo, ella miraba el suelo, estaba más que nerviosa, seguro era la primera vez en toda su vida que hacía algo así, ¿por qué lo estaría haciendo?, me pregunté. Caminamos por el pasillo hasta la habitación, le cedí el paso y entré detrás de ella encendiendo la luz.

– ¿Cómo me contactaste? – pregunté inusualmente, pero desde la llamada todo había sido un poco extraño.

– Una… amiga me dio tu número – respondió no muy segura, no supe si creerle.

– ¿Te explicó las reglas? – inquirí aunque adivinaba la respuesta.

– No… sólo me dijo la clave – contestó girándose.

– Bien, regla número uno: no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número dos: no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad, ¿entendido? – expliqué minuciosamente, pero como estaba nerviosa decidí guardarme la tercera regla para después.

– Sí, no nombres, no preguntas personales

Me acerqué a ella y le quité el abrigo, comencé a acariciarle suavemente uno de sus brazos con el dorso de mi mano, dándole confianza. Cerró los ojos y entonces acaricié su otro brazo con mis dedos, veía como subía y bajaba su pecho por su acelerada respiración. La tomé por la cintura y le fui besando el cuello de a poco, ella colocó sus manos sobre mi torso y las subió hasta mi cuello, un fuerte suspiro se le escapó, yo deslicé las mías hasta encontrar el cierre del vestido que fui bajando lentamente, acariciando su tersa piel. Su aroma era exquisito, subí dándole cortos besos en su mentón y la besé delicadamente, pero ella me respondió un tanto desesperada uniendo su lengua a la mía para rozarlas. Su sabor era único.



Sentí como me quitó el abrigo y comenzó a desabrochar mi camisa en tanto yo bajaba su vestido. Ella separó sus manos para terminar de quitárselo por completo, con nuestras bocas unidas, después me quitó la camisa y la tiró al suelo. Rompí el beso para colocar mis labios sobre su hombro y besárselo mientras desabrochaba su sostén, cuando la libere de él, besé uno de sus senos suavemente, succionando su pezón en tanto acariciaba el otro, ella tenía sus dedos entre mis cabellos y jadeaba con cada toque.


Cap 44


Después fui subiendo por su cuello hasta volver a besarla en los labios más apasionadamente que instantes antes, haciéndola caminar hacia la cama. Una vez ahí, la coloqué encima y me subí en ella, dispuesto a que disfrutara como quizá no lo había hecho antes. Volví a besarle el cuello, presionándolo ligeramente con mis labios, luego bajé por en medio de sus senos, pasé por su abdomen y me detuve en su ombligo en tanto mis manos bajaban su bikini para dejarla completamente desnuda.



Sus gemidos eran más intensos y de su boca escapó un grito ahogado cuando sintió mi lengua en su intimidad, la fui recorriendo, saboreándola, concentrado en hacerla vibrar, mi lengua se abría paso entre sus pliegues y llegó a todos y cada uno de sus rincones. Cuando sentí que estaba a punto de terminar sustituí mi lengua por dos dedos y la miré cuando llego al orgasmo. Tenía los ojos cerrados, apretaba el edredón y su grito casi fue ensordecedor

Me levanté para quitarme lo que me quedaba de ropa, estaba demasiado excitado y necesitaba con urgencia estar dentro de su cuerpo. Me puse el condón y caminé de vuelta a la cama, me tendí sobre ella y fui deslizando mis dedos por sus piernas hasta llegar a la pelvis que fui apretando suavemente hasta que encontré el punto exacto que la excitaría de nuevo.



Abrió sus piernas dándome la bienvenida a la gloria de su cuerpo, así que entré en ella y el gemido no se hizo esperar al sentirme, comencé a comerme sus senos alternadamente mientras ella me sujetaba fuertemente por la espalda y yo me movía constante, pero lento, prologando el momento, sus fuertes gemidos me indicaban como lo estaba disfrutando y esa era una razón más para que yo lo disfrutara de igual manera que ella. Sentí como tensaba los músculos de su intimidad, aprisionando más mi miembro para lograr un roce más exquisito, entonces, puse mis manos sobre la cama para tomar más impulso y moverme con más rapidez en tanto sentía sus manos recorrer mi espalda.



La expresión de placer en su rostro era incomparable, las gotas de sudor en su frente brillaban y se mordía los labios sin quitarme la mirada, suplicaba por más con la voz entrecortada y yo fui aumentando paulatinamente la velocidad de mis movimientos hasta que ya no podía controlarme más y se volvieron delirantes, ansiosos por lograr aquel maravilloso éxtasis que alcancé instantes antes que ella, que me apretó fuertemente la espalda mientras su cuerpo parecía convulsionarse. Me dejé caer sobre ella, rendido y satisfecho, después me acosté a su lado.



– ¿Te vas ya? – preguntó cuando me vio levantarme de la cama.

– Sí, pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – respondí antes de entrar al baño.

– Espera… tú… – exclamó y supe que era momento de decirle la regla que faltaba.

– Regla número tres: no lazos afectivos.

Abrí dl grifo, mientras caía el agua me retiré el condón y lo tiré en el bote de basura. Me metí a ducharme, esta experiencia había sido diferente y estaba desconcertado, tenía muchas preguntas en mi cabeza, por primera vez. Todo en ella era diferente, su forma de entregarse, sus palabras, me dio la impresión que no había estado con muchos hombres en la intimidad y lo que más me inquietaba era saber la forma en que ella había dado con esta sociedad. Salí de la ducha, me sequé y salí con una toalla enredada en la cintura.

La vi acostada boca abajo, abrazando la almohada. Tomé mi ropa y me vestí, me acerqué a la cama y la miré unos segundos, dormía profundamente, su rostro lucía tranquilo, sereno, pacífico, pero de pronto su seño se frunció.



– Sí, ya sé que nunca tienes tiempo – exclamó dormida.



Me pregunté con quien estaría soñando y salí de la habitación.



Al día siguiente fui a la oficina por la mañana y en la tarde fui a visitar a Erika que estaba muy contenta viendo televisión en la enorme pantalla plana de su habitación.

Cuando salí de ahí eugenia me llamó a mi movil estaba llorando desconsolada, así que de inmediato subí a mi coche y me dirigí a su departamento. Al llegar apagué el otro movil, mi amiga estaba primero, antes que cualquier noche de pasión. En cuanto me abrió la puerta se lanzó a mis brazos.

– ¿Qué paso? – pregunté preocupado cerrando la puerta tras de mí.

– Guillermo se fue, sólo me dejó una nota – apenas y pudo responder entre el llanto tan intenso.

– Cálmate, ese infeliz no merece que estés así, te ha hecho un favor con irse.

– Es que eso no es todo, acaban de entregarme el reporte de la investigación y sí me engañaba.

– Maldito, pero te juro que esto no se va a quedar así, lo voy a buscar y voy a hacer que se arrepienta.


La llevé al sillón y ahí nos sentamos, la seguí abrazando mientras seguía llorando, en la mesa de centro vi que tenía un folder abierto con muchos papeles y fotos, tomé una y mis ojos se abrieron como platos, no pude creer con quien lo tomaron besándose al salir de un hotel, no podía ser eso cierto.


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SI LO SE,  FUE MUY CORTO PERO MAÑANA SUBIRÉ DOS CAP...  OTRA COSA YA ESTA LLEGANDO AL FINAL Y YA TENGO EL TRAILER DE LA PRÓXIMA NOVELA...            -FIRMEN Y COMENTEN MUCHO

viernes, 27 de diciembre de 2013

Capitulo 41:


Pero, a cambio sólo le frote su sexo, quería enloquecerla un poco más, ella abrió las piernas y entonces me introduje con rudeza, ella enterró sus manos en mi espalda y comencé a moverme rápidamente mientras me comía sus senos alternadamente, ella bajó hasta mis nalgas y me las apretó, pidiendo con ello que me introdujera más profundo, se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos al chocar, los intensos gemidos de ambos y seguí moviéndome sin parar, de pronto un grito de ella inundó la habitación cuando llegó al orgasmo, a mí me faltaba aún, así que me apoyé con las manos sobre la cama para hacer los últimos movimientos casi salvajes y terminé.



Me acosté a su lado sin decir nada, tratando de recobrar el ritmo normal de mi pulso y mi respiración, aún estaba jadeando y cuando estuve controlado me levanté para quitarme el condón y tirarlo en el bote de basura.



– ¿Quién te dio mi número? – pregunté intrigado, una belleza así no hubiera pasado desapercibida por mí, si estuviera en la universidad.

– Otro integrante del club.

– ¿Del club? – exclamé más intrigado, pertenecía a un par en la universidad, pero no encontraba quien pudiera conocerla.

– Demasiadas preguntas, bien sabes que eso quebranta las reglas – respondió y me abrazó por atrás, acariciando mi abdomen.

– ¿Reglas? – dije extrañado.

– Espero que traigas otro condón y que aún tengas energías – fue su respuesta y se paró frente a mí para volver a besarme.



Ahora ella tomó el control y me tiró sobre la cama, después fue y tomó mi pantalón, buscó en los bolsillos y encontró con rapidez lo que estaba buscando y sonrió. Se acercó a mí y se tumbó sobre mi cuerpo, me besó y mordió mis labios mientras su mano subía y bajaba por mi masculinidad que respondió a sus caricias. Se sentó a horcajadas sobre mí y sacó el contenido de la envoltura, me lo puso deslizando sus dedos y una vez que terminó, lo tomó con su mano y lo llevó hasta su centro para introducírselo. Comenzó a subir y bajar y mis manos se aferraron a su cintura para ayudarla en sus movimientos, se acariciaba sus senos y jalaba sus pezones, aumentó la velocidad y yo también buscando desesperadamente el objetivo hasta que lo logramos, nuevamente ella primero e instantes después yo. Se bajó luego de unos segundos, tomó su ropa y se vistió sin decir palabra alguna.



– ¿Volveré a verte?, no me has dicho tu nombre – dije desde la cama.

– Creo que eres nuevo en esto, quizá vuelva a llamarte, gracias por el momento – respondió y salió de la habitación dejándome con mil preguntas en mi cabeza.

A la mañana siguiente me encontraba cerrando la última caja cuando sonó mi celular, era David, así que de inmediato le contesté.



– Hola viejo, ¿cómo estás? – saludé mientras me sentaba en la cama.

– Muy bien, ¿y tú?

– Bien, aquí ya preparando todo para mandarlo por paquetería a mi casa.

– Al fin terminamos la carrera, por cierto, ¿te gustó tu regalo de graduación? – preguntó con su característica sonrisa.

– ¿Cuál regalo? – exclamé volteando a todos lados a ver si había algo que no fuera mío.

– El de anoche… la chica – respondió volviendo a reírse.

– Ah, ¿con que tú fuiste el que le dio mi teléfono?, claro, no podría haber sido alguien más, por supuesto que me gustó amigo, la chica era un bombón.

– Bienvenido al club.

– ¿Club?, ¿de que rayos estás hablando? – dije desconcertado y su respuesta fue una carcajada que no supe como tomar.

– Resulta mi amigo que hace cinco meses fui invitado a pertenecer a un exclusivo y secreto club de sexo, de gente de nuestro nivel social y uf, es la gloria, así que conociendo tu historial de la universidad, eres el candidato perfecto para pertenecer a él – explicó David.

– Pero, ¿cómo te atreves a meterme sin consultarme primero?

– Vamos peter, no te vas a hacer el santurrón conmigo que te conozco bien, ¿a poco no disfrutaste la experiencia de anoche?, tú mismo dijiste que la chica era un bombón, así que no te hagas el ofendido.

– Es que tan siquiera me hubieras avisado viejo, ahora comprendo varias cosas, ¿qué es eso de las reglas?

– Ah, es que el club se rige por tres rigurosas reglas que no hay que romper, tú sabes se trata de mantener esto en secreto, no tienes idea de quienes pertenecen a él, por eso te digo que es la gloria, a muchos no les conviene que salga a la luz pública. Las reglas son simples: uno: no nombres, dos: no preguntas personales, tres: no lazos afectivos, así que, como verás, se trata única y exclusivamente de gozar de un buen sexo sin ningún tipo de compromisos, así como nos gusta a ti y a mí.

– Sexo entre desconocidos, ¿ah?

– Así es mi amigo, de lo más excitante, aunque puede que te encuentres con alguna chica famosa, pero tú pretende que no la conoces, ese es el juego, yo tengo mi regla personal, no más de tres revolcones con la misma, eso crea lazos y sería romper con una de las reglas, te vas a divertir, ya lo verás.

– ¿Y a ti quien te invito?

– Un amigo, por cierto, casi lo olvido, existe una cuarta regla: no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te digo que es exclusivo, puedes pedir más teléfonos o proporcionar otros, como yo lo hice en tu caso, pero siempre y cuando sea gente de nuestro nivel social y que sea sumamente discreta.

– ¿Y si no quiero pertenecer?

– Ay por favor, peter, en primera, ya estás dentro, en segunda, sé muy bien que no podrás resistirte, así que recuerda muy bien las reglas y si por algún motivo te encuentras en la calle con alguna de las chicas, recuerda, tú no la conoces y olvida volver a citarla, la cosa es que no se sepa nada de la vida personal.

– Pues hoy me regreso a Seattle.

– Por eso no hay problema, en un momento te mando el teléfono de una preciosa chica que vive allá, el club es nacional, así que donde quiera que te encuentres podrás conseguir a alguien, así que tú diviértete, hermano, como lo hemos hecho.

– Bueno viejo, pues te dejo, ya vinieron a recoger mis cosas.

– Vale, seguimos en contacto, nos vemos.
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BUENO CHICAS COMO SE DARÁN CUENTA Y AUNQUE MUCHAS LO PENSARON. LALI NO ERA LA CHICA CON LA QUE SE ACOSTABA PETER... EN ESTOS DÍAS VAN A SABER COMO SE SINTIÓ PETER AL CONOCER A LALI.... CHICAS EL DOMINGO CREO QUE MARATÓN SINO EL LUNES :) .... -BESOS Y FIRMEN HARTO. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad *MARATON: 36- 37- 38- 39- 40*


*Cap36:

Abrí los ojos con dificultad cuando sentí los tibios rayos del sol tocar mi espalda desnuda y me encontré con la imagen más hermosa frente a mí que me hizo despertar por completo, peter con su pelo revuelto estaba acostado de lado mirándome y, al darse cuenta de que ya

estaba despierta, me sonrió y acarició mi mejilla.



– Buenos días, corazón – dijo y me dio un tierno beso en los labios.

– Buenos días, mi amor – respondí en sus labios sonriéndole.

– Me encanta como suena eso.

– ¿Hace mucho que despertaste? – pregunté mientras le acariciaba su mejilla.

– Como diez minutos, te ves tan hermosa dormida, tan pacífica.

– Tú me das esa paz – aseguré acariciando ahora sus labios – ¿qué hora es?

– 8:15 – respondió y luego besó mis dedos.

– Hora de levantarse.

– Sí, ¿quieres bañarte primero?

– Estaba pensando que… podríamos bañarnos los dos.

– Esa idea me fascina.



Nos levantamos y entramos al baño, nos lavamos los dientes. Después dejamos correr el agua de la bañera y mientras salía caliente nos besamos, luego nos colocamos debajo de ésta y nos enjabonamos el pelo mutuamente, él a mí y yo a él, nos enjuagamos y luego él tomó la esponja y comenzó a restregarme la espalda, bajó a mis piernas, me giré y me lavó los senos, el abdomen y los brazos, posteriormente yo hice lo mismo con él. Una vez que terminamos nos abrazamos y nos besamos bajo el chorro de agua tibia, la sensación era maravillosa, excitante, pero sabía que nos esperaban y no intenté nada más ni él tampoco. Cerré la llave, él tomó una toalla, me secó, y luego yo a él.



Salimos y nos vestimos, yo me puse una camisa ligera y unos pantis, él también una camisa y un pantalon. Me cepilló el pelo y yo a él, sin decirnos nada, era un momento mágico en el cual las palabras salían sobrando. Cuando terminamos bajamos con las manos entrelazadas. En el comedor estaba toda la familia y me enterneció tanto ver que bauti le estaba dando fruta a Diana en la boca, quien estaba encantada de que su marido la consintiera.



– Buenos días – dijimos peter y yo al mismo tiempo.

– Buenos días, hijos – respondió claudia con una tierna sonrisa.

– Vaya, pensé que no se levantarían a tiempo, par de… tórtolos – exclamó bauti,

– Amor, es muy temprano para que empieces a molestar – dijo seria Diana,

–Cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tíos – señaló mientras le acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió

Diana tomó un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a bauti mientras todos nos reímos. peter y yo nos sentamos en una orilla de la mesa, frente a mary y Maiquel que se veían nerviosos.



– ¿Listos para el gran momento? – les pregunté.

– Sí, más que lista – respondió mary entusiasmada.

– Yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios – exclamó Maiquel.

– Es comprensible, pero estoy segura que les va a ir muy bien, se ve que se adoran.

– Eso sí, esta hermosa niña me conquistó desde la primera vez que la vi.

– Y tú a mí, nunca imaginé pasar mi vida con alguien más.

– Sha la la la la la – empezó a tararear bauti la canción Historia de amor.

– No nos critiques – dijo mary y le sacó la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.

– Pequeña malévola, no serías capaz.

– Sabes muy bien que sí, no me retes.

– Tranquilos chicos, discúlpalos lali, creo que les dimos demasiada libertad de niños y por eso ahora se comportan así – aclaró J.pablo.

– No te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que nos llevaríamos así.

– Pues ya nos tienes a nosotros – aseguró mary guiñándome un ojo.

– Gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que no se prestaba atención y que cada quien andaba por su lado.

– No lali, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de demostrarse cuanto se quieren – dijo claudia.

– Eso es lindo.

– Corazón, no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.

– ¿Me estás llamando enemigo Juan Pedro Lanzani?, no le hagas caso lali, no lo soy, al contrario, te admiro porque lograste conquistar al soltero más codiciado del mundo hotelero… aunque tengo una ligera sospecha de cómo fue que eso sucedió – exclamó en tono pícaro levantando las cejas.

– Amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Diana dándole un ligero golpe en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de bauti.

Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos ellos, era una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella. peter me miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo rápido que me había integrado a ellos. mary nos pidió a las mujeres que a mediodía fuéramos a su habitacion para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras tanto peter terminó por mostrarme el resto de la casa.



Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de mary que estaba sola y, me puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamó la atención una donde peter se veía muy sonriente abrazando a una linda chica, ambos lucían muy jóvenes, debían estar en la adolescencia.



– ¿Quién es ella? – pregunté y mary se acercó a mí.

– Noelia, su primera novia, ahí tenían quince años.

– Es muy bonita.

– Sí… lo era y una gran chica también.

– ¿Lo era? – pregunté asombrada.

– Fue una trágica historia, ¿no te la ha contado peter?

– No, no hemos tocado ese tema.

– Espero que no me mate por decírtela, siéntate.



Me arrimó una silla y ella se sentó en la cama.



– Noelia era una pariente lejana, su familia pasaba con nosotros todas las navidades y desde niños ella y peter fueron muy unidos, hasta que él le pidió que fuera su novia cuando ambos tenían catorce años, se adoraban, pero ella una vez me confesó que peter jamás se lo había dicho, que era súper tierno y amoroso, sin embargo, no había pronunciado te amo, yo se lo sugerí a él y cuando cumplieron un año de novios finalmente él le dijo las dos palabras, esa foto es de ese día – hizo una pausa y suspiró con tristeza – a la mañana siguiente, que ella iba a la escuela, la atropellaron y murió instantáneamente porque se golpeó la cabeza en el filo de la banqueta.

– Que terrible – exclamé acongojada.

– Jamás he visto llorar a mi hermano como esa vez, quedó totalmente destrozado, incluso cayó en un estado catatónico, dejó de comer, de hablar y de dormir muchos días, diario iba al panteón y era el único momento en el que hablaba, le decía una y otra vez que la amaba, mis papás estaban muy asustados, temían lo peor, peter se estaba dejando morir de a poco y no aceptaba la ayuda de nadie.

– ¿Y entonces qué fue lo que lo ayudo a superarlo?

– Eugenia, ella era nuestra vecina y desde niños jugaban, incluso ella se quedaba a dormir en nuestra casa y él en la de ella, hasta llegaron a salir juntos, con sus respectivas parejas, cuando pasó la tragedia, eugenia estaba en Canadá y al regresar se encontró con un zombie y se propuso sacarlo adelante, lo consolaba cuando lloraba, le compró libros de tanatología y se los leía, lo obligaba a comer, a hablar, a salir, hasta a dormir y afortunadamente peter se dejó ayudar por ella y poco a poco lo fue superando y volvió a ser él aunque no igual, cuando entró a la preparatoria empezó a salir con una y otra chica, pero sin engancharse de ninguna, supongo que le daba miedo volver a tener una pérdida, así que jamás volvió a tener novia, hasta ahora que anda contigo.

– Dios, cuanto debió sufrir, pobrecito – miré hacia el techo afligida – ahora comprendo porque es tan unido a Eugenia.

– Sin ella peter no estaría aquí, yo hasta llegué a pensar que se casarían algún día.

– Bueno, nadie sabe lo que pasara en el futuro, aún son jóvenes ambos.

– lali, me extraña muchísimo que digas eso, peter te adora, se nota a simple vista por la forma en que te mira, no había tenido una novia en doce años y ahora estás tú aquí, con su familia, nunca llevó a la casa ni siquiera a amigas y aunque yo te haya invitado, en ese momento él no tenía ninguna razón para traerte, además la canción que cantaron ayer, a pesar que nos la dedicó a Maiquel y a mí, estoy segura que la hizo pensando en su amor, no en el mío, le agradezco el detalle, sin embargo, esa canción era para ti, no sé como lo lograste, pero con la única mujer que peter quiere estar es contigo, a eugenia la quiere mucho, pero como hermana, he visto como se tratan y a ella jamás la mirado como a ti, así que no seas tontita, él sólo se casará contigo.

– Pero… ¿peter y eugenia alguna vez tuvieron algo que ver?

– Creo que sería mejor que yo te respondiera esa pregunta – exclamó eugenia desde la puerta.

Cap 37:

– Hola eugenia, ¿cómo estás?

– Bien mary, gracias, lali que gusto de verte – le medio sonreí avergonzada – ¿así que quieres saber si peter y yo fuimos novios? – dijo entrando a la habitacion.

– mary acaba de contarme lo de Noelia y cómo ayudaste a peter a salir adelante.

– Además de que has visto como nos tratamos, ¿no? – asentí con la cabeza – está bien, te contaré la verdad – se sentó al lado de Mia – cuando teníamos 17 años, en una fiesta jugamos botella, alguien me puso de “castigo” besarlo durante minuto y medio y yo encantada lo hice, porque sí, peter me gustaba desde que me acuerdo, pero en ese beso comprendí que éramos como hermanos, que no había química entre nosotros como pareja y cuando lo platicamos, ambos estuvimos de acuerdo, olvidamos ese beso y seguimos siendo confidentes como hasta ahora, ¿aclarada la duda?

– Sí, pero… dan la impresión de ser amigos con derechos.

– Es una táctica que usamos ya sea para alejar a alguien o confirmar si le interesamos.

– ¿O sea que están confabulados para cortar las expectativas si alguien no les gusta y si les interesa otra persona lo hacen para darle celos?

– Suena medio perverso, pero sí, le he espantado a varias y él a mí a algunos tipejos.

– ¿Entonces tú ya sabías de mí existencia desde antes que nos descubrieras?

– Sí.

– Hija, acaban de llegar el estilista y el maquillista – anunció claudia.



Yo me quedé de una pieza, ahora comprendía muchas cosas y porque ella había cambiado su actitud hacia él derrepente, peter quería corroborar mi interés por él, pequeño tramposo, entonces me pregunté desde cuando él había roto la tercera regla. Me sacaron de mis pensamientos cuando me dijeron que sería la primera que arreglarían, ya que eugenia dijo que tenía que bañarse y mary tenía que vestirse antes de que la peinaran.



El chico inició con su trabajo, me recogió todo el cabello en una moderna coleta en el que se veían las ondas de mis cabellos, dejó algunos rizos colgando en ambos lados de la cara y el flequillo peinado de lado, después pasé con el maquillista y me sentí como una celebridad, me preguntó de qué color era mi vestido y le dije que azul, así que de ese color me maquilló los ojos, me miré al espejo cuando terminó y casi no me reconocí, vaya que sabían hacer bien su trabajo.



Mientras tanto peinaban a Diana y maquillaban a eugenia. Por su parte, claudia ayudaba a mary a ponerse el hermoso y moderno vestido blanco, diseñado por ella misma, una vez que lo tuvo puesto se sentó con sumo cuidado para que la peinaran y maquillaran, entonces fui a mi habitacion para cambiarme de ropa.



Entré y estaba vacía, así que cuidadosamente me quité la blusa y luego el panti, saqué mi vestido del enorme armario que parecía una habitacion más y me lo puse al igual que mis sandalias, estaba mirándome al espejo cuando peter entró

– Wow, voy a ser la envidia de toda la fiesta, te ves bellísima, corazón.

– Gracias – dije sonriéndole y dándome una vuelta, de pronto la triste historia vino a mi mente y lo abracé con todas mis fuerzas y le acaricié la espalda – gracias por dejarme entrar en tu vida.

– Las gracias debería de dártelas yo a ti, tú fuiste la que me llamó, ¿recuerdas?

– Sí, pero… – me quedé callada, no sabía si era buena idea que él supiera que mary me había contado sobre su primera novia – tú rompiste las reglas… ¿desde cuando peter? necesito saberlo, por favor.

– Casi desde el principio, ¿recuerdas la noche en que llovió? – asentí con la cabeza – me quedé contigo hasta mucho después que amaneció, era mentira que no traía coche, si te lo dije fue porque no quería ilusionarte, yo mismo no quería ilusionarme, estaba muy confundido lali y quizá rompí las reglas antes que tú.

– Te amo peter, creo que te amé desde el primer segundo que te vi.

– Creo que yo también, eres la única mujer con la que hecho el amor y, si me lo preguntas, no sabría decirte exactamente cuando sentí esa diferencia, así que como veras, definitivamente el agradecido de que hayas entrado a mi vida soy yo – me beso tiernamente los labios – ahora tengo que cambiarme, nos toca recibir a los invitados.

– ¡Qué nervios!

– Relájate, te ves preciosa, impresionarás a todos, ya verás.



Cuando vi el color de su camisa me quedé sorprendida, era azul, del mismo tono que mi vestido, cuando se lo hice notar me dijo que estábamos en sincronía y me guiñó un ojo. Bajamos y salimos a la terraza, ya había algunos invitados que platicaban con bauti y Diana. Más tarde peter me presentó a algunos de sus tíos Austin, Mario y Marco, hermanos de pablo, muy serios ellos, por cierto.



A las seis en punto nos colocamos en nuestros respectivos lugares, todos los Lanzani en primera fila, Eugenia y su hermano detrás de nosotros y del otro lado los papás de Maiquel. Calculé que serían unos 200 invitados. El sacerdote ya se encontraba en el altar y Maiquel también, visiblemente contento y nervioso. La melodía empezó a sonar y entraron las damas, con vestidos color lila y una cinta rosa en la cintura, cuando llegaron a su lugar mary hizo su aparición, del brazo de pablo, comenzaron a caminar por el pasillo, ambos con una gran sonrisa. Al llegar al altar, pablo entregó la mano de mary a Maiquel que la recibió gustoso y se pararon frente al padre que dio inicio a la ceremonia. Dijeron sus votos emocionados y después peter y la madrina les colocaron el lazo. Al terminar, mary y Maiquel se dieron un dulce beso y después caminaron por el pasillo mientras les aventaban pétalos de margaritas.

Pasamos al salón, una pequeña banda de cuatro músicos amenizaba con melodías suaves, todos empezaron a tomar sus lugares, mary y Maiquel en la mesa de honor, uno de los músicos les pidió que pasaran a bailar su primera pieza como casados y todos les aplaudimos, peter me tomó la mano por debajo de la mesa y me sonrió, estaba tan feliz por su hermana. Los músicos siguieron tocando, algunos se pararon a bailar y un par de horas después sirvieron la cena. En cuanto terminamos de comer, anunciaron que era momento de las palabras del padrino y peter se puso de pie.



– Buenas noches a todos, es para mí un gran honor dirigirme a ustedes, mary y Maiquel, es un poco difícil para mí ver a mi hermanita como toda una mujer casada, todavía la recuerdo brincando por toda la casa usando coletas y calcetas, pero el tiempo pasa y el amor tocó a su puerta y me da muchísimo gusto que haya sido de un chico ejemplar como lo es Maiquel, bienvenido a la familia. Bien, tenía preparado un largo discurso, pero lo olvide en la maleta, así que sólo les diré lo siguiente.



Tomó un respiro.



– Amor es como encontrar un oasis en el desierto, hay muchos espejismos, pero sólo uno es el verdadero. mary, Maiquel mis mejores deseos para esta aventura que inician juntos, estoy seguro que serán inmensamente felices y que formaran una preciosa familia, hermanita te adoro, cuñado, más te vale que te portes bien con ella, ¿vale? – dijo con su típica sonrisa traviesa y levantó su copa – ¡Salud por los novios!



¡Salud!, exclamamos todos los presentes levantando nuestras copas y después bebimos el champagne. peter me sonrió y me extendió su mano.



– ¿Bailamos? – propuso caballerosamente.

– No soy muy buena, pero si he hecho otras locuras por ti, ¿qué más da un simple baile? – respondí sonriendo y tomando su mano.


Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban bauti y Diana, que nos vieron y nos sonrieron, al igual que claudia y pablo, que no podían ocultar su felicidad. peter puso una mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloqué la restante sobre su hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, peter tenía apoyado su mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me dejé llevar completamente por él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.



La fiesta siguió, bailamos otras melodías, hablamos y después llegó el momento de aventar la liga. mary se sentó en una silla en medio de la pista y Maiquel se la quitó lentamente mientras los hombres silbaban rodeándolos.



– ¿Sabes?, es la primera vez que peter se une a ese ritual – dijo euge sentándose a mi lado.

– ¿En serio?, ¿no lo hizo en la boda de bauti? – pregunté sorprendida.

– No, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con pablo y hoy estés aquí.

– Veo que entre tú y peter no hay secretos.

– No te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el punto, la semana pasada me encontré a pablo en un bar.

– ¿En serio?, ¿y cómo está?

– Bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que pasó entre ustedes, sus mutuos engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.

– Tenía que saber la verdad.

– Pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.

– ¿Piensas que soy de lo peor?

– No lali, a veces el destino se presenta de una forma extraña, pero las cosas se acomodan de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con peter y de la misma forma pablo encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa más desagradable.

– ¿Y ella se lo tomó tan tranquila?, a mí me amenazó.

– Obvio no, estuvo acosándolo, pero él tomó cartas en el asunto y logró que le pusieran una orden de restricción, así que, frustrada, regresó a vivir con sus papás a San Diego.

– ¿Y de todo eso hablaron en una noche?

– La mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba y como hablamos muy a gusto intercambiamos números de telefono y mails, así que hemos seguido en contacto.

– Te gusta, ¿verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.

– Es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su cabeza y su corazón… claro que yo no tengo prisa.

En eso, mary gritó que aventaría el ramo, yo no quería ir, pero euge me levanto y nos pusimos detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. mary estuvo jugando un rato a aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le tocó a euge que gritó entusiasmada, aunque la verdad yo no creía en esa tradición.



Poco después, mary y Maiquel se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas, ella me abrazó fuertemente y después me tomó de las manos.



– Me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque en unos meses seré ¡tía!, pero más por saber que peter ha encontrado finalmente el amor y me alegra tanto, gracias lali por este regalo.

– Gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.

– No tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla, se separó y lo abrazó a él.



Después peter me abrazó y vimos como se iban en un hermoso coche convertible, que traía amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, mary mandó besos y se despidió levantando la mano, al igual que Maiquel que luego puso el coche en marcha y se alejaron.



Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, peter tomó una botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tomé. Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con cuatro barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, peter destapó el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.



– Por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.

– Por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.



Nos bebimos el contenido de las copas, después dejó la botella y las copas en la arena. Se acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su cara, suspiré y lo acerqué a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose suavemente, saboreándose. peter se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y lo acarició, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para mordisquear mi cuello.

Cap 38:

Me abrazó y se giró para que yo quedara encima de él, le sonreí y me enderecé, quedando hincada sobre él, con mis piernas a los costados, empecé a desabrochar su camisa y se la quite por completo, besé y lamí su torso perfecto, deteniéndome en sus pezones con los que jugueteé un buen rato, mientras miraba como su pecho subía y bajaba al ritmo de su acelerada respiración, bajé por su abdomen y volví a detenerme en su ombligo, sus jadeos se intensificaron. Me detuve y volví a enderezarme, bajé el cierre del vestido, él quiso ayudarme, pero le moví la cabeza negativamente, tomé sus manos y las puse a los lados de su cabeza y lo besé unos segundos para después volver a hincarme.



Bajé los tirantes del vestido y quedaron mis senos al descubierto, él subió sus manos y me los acarició mientras yo me soltaba el cabello. Lo detuve para despojarlo de su pantalón y su bóxer, me lamí los labios al ver su erección y mi corazón terminó por dispararse completamente, me quité el vestido y la ropa interior. Tomé su masculinidad entre mis manos, pero peter me pidió que me volteara para que él pudiera también besar mi parte más íntima, así que le obedecí.



Sentí su tibia lengua recorrer mis pliegues mientras yo hundía su erección en mi boca y la sacaba, proporcionándole el mismo placer que él me estaba dando, en momentos era tan intenso que no podía seguir con mis besos y exhalaba en la punta de su sexo y a veces él se detenía por mis caricias y jadeaba en mi interior. De pronto sentí como mi cuerpo se estremecía completamente al llegar al éxtasis total y después seguí con mi labor y segundos después peter lo alcanzó también, emitiendo un grito profundo que fue sofocado por el ruido del mar que era nuestro cómplice al igual que la luna.



Me bajé y me acosté a su lado, le acaricié nuevamente la cara, sus párpados, su nariz, sus labios y después nos besamos, aún tenía el sabor de mi intimidad en su boca y eso volvió a encenderme intensificando el beso con ansias y hambre en tanto sentía como mi cuerpo entero se excitaba, pero sabía que tenía que esperar unos minutos así que rompí el beso y ambos tomamos aire. Nos miramos sin decir nada, sólo se escuchaba el sonido de las olas, suspiré y él me sonrió de la forma en que sabía que me enloquecía, yo le sonreí también y después cerré los ojos.

Estaba quedándome dormida cuando sentí su peso sobre mí y su boca devorando uno de mis senos, abrí los ojos de par en par y me mordí los labios, separé mis piernas y le di la bienvenida a su masculinidad que estaba más que lista para entrar en mí, el gemido fue intenso, peter se sonrió y comenzó a moverse lentamente, entrelazó sus manos con las mías y las puso encima de mi cabeza, pegó su frente a la mía y yo le suplicaba por más y repetía su nombre una y otra vez, le rogaba que no se detuviera.



Después puso su cabeza sobre mi hombro y susurraba mi nombre en mi oído acompañado de intensos gemidos que me hacían enloquecer. Prácticamente le ordené que se moviera más rápido y me hizo caso, embistiendo una y otra vez en mí con fuerza hasta que ambos llegamos al orgasmo y peter se dejó caer en mi pecho totalmente rendido y extasiado al igual que yo.



– Quédate así, por favor, un rato más, quiero seguir unida a ti.

– Lo que tú quieras corazón – respondió y me besó los labios – te amo lali.

– Te amo Justin y amo la forma en que me haces el amor.



Nos quedamos así unos momentos, él recostado sobre mi hombro y yo acariciándole sus cabellos, después me dijo que pronto amanecería así que nos levantamos y nos vestimos, caminamos a la orilla de la playa y nos sentamos, peter detrás de mí envolviéndome con sus piernas y sus brazos. Poco a poco el sol fue apareciendo en el horizonte, este era el mejor amanecer de toda mi vida, sin duda era un nuevo comienzo, al lado de un extraordinario hombre que jamás imaginé encontrar, sólo esperaba que todo siguiera igual de perfecto, pero, ¿qué podría salir mal?

Abrí los ojos y peter me miraba asustando sujetándome por los hombros, estábamos en mi departamento, y de pronto caí en la cuenta que hacía una semana que habíamos regresado después de pasar la fiesta de año nuevo con su familia. Yo estaba sollozando por el sueño que acababa de tener y lo abracé fuertemente.



– Todo fue una pesadilla, corazón, cálmate por favor.

– Fue tan real, todo fue tan real – respondí entre lágrimas.

– Pero no lo era, ¿qué soñaste mi amor que te alteró tanto? – preguntó mientras me acariciaba la espalda tratando de consolarme.

– A ti… estabas con otra y… – no pude continuar, el llanto me quebró la voz.

– Mi amor, jamás te engañaría – tomó mi rostro entre sus manos – te amo, por favor, grábatelo bien, tú eres la única mujer que hay en mi mente y en mi corazón.



Me dio un corto beso en los labios, pero yo lo sujete fuertemente y se lo devolví frenética, quería asegurarme que esto fuera real, que en verdad estaba él, ahí, en mi cama, conmigo, creo que lo desconcerté, pero me correspondió el beso con la misma intensidad, besé desesperada su cuello mientras mis manos bajaban su bóxer.



– Demuéstrame que me amas y que soy la única para ti – susurré en su oído.



peter me envolvió en sus brazos y me recostó, me quitó la ropa interior y se colocó encima de mí, me besó apasionadamente, pero a la vez con ternura mientras deslizaba su mano por mi contorno, yo enredé mis piernas en su cintura, estaba demasiado desesperada por sentirlo dentro, no sé si por el sueño, pero quería que me hiciera suya en ese instante, sin más preámbulos. Me miró un tanto inseguro, quería prolongar el momento, como siempre lo hacía, pero ejercí fuerza con mis piernas y entró en mí de golpe, me arqueé al sentirlo y me aferré a su espalda, moviéndome rápidamente, marcándole el ritmo que deseaba.



– Te amo lali – susurró en mi oído con la voz retorcida moviéndose en mi interior.

– Repítelo – pedí con mi voz entre cortada.

– Te amo – volvió a decir continuando con sus embestidas.

– Dilo otra vez – supliqué casi enterrándole mis uñas.

– Te amo, te amo, te amo – dijo una y otra vez mientras sentía como ambos llegábamos al orgasmo.

– Yo también te amo peter, te amo como jamás lo imaginé, por eso me asusta la idea de pensar que puedas estar con alguien más.

– No podría volver a estar con nadie más que no fuera contigo – dijo en mis labios mirándome fijamente a los ojos – eres mi primera, mi última, mi todo – agregó frotando mi nariz con la suya.

– Te amo peter.

– Y yo también a ti corazón, vamos, trata de dormir otro poco, apenas son las cuatro

Le sonreí y bajó de mí, se acostó detrás y me abrazó por la cintura, pegándose a mi cuerpo, yo entrelacé su mano con la mía y cerré los ojos mientras sentía su tibio aliento en mi nuca, estuve acariciando sus dedos hasta que volví a quedarme profundamente dormida. El despertador hizo su labor de todas las mañanas y no muy convencida lo apague, me volteé y abracé a peter que seguía con sus ojos cerrados, le di un beso en cada parpado y luego uno en su boca.

– Buenos días mi amor, ya es hora de levantarse.

– Buenos días corazón… lo sé y no quiero, debo ir a Chicago a una convención.

– Yo tampoco quiero que te vayas pero tres días se pasaran volando, ya lo verás.

– Me encanta tu optimismo – dijo acariciando mi nariz con su dedo índice.

– Y a mí me encantas todo tú, anda, no quiero llegar tarde a la oficina.



Nos levantamos y nos bañamos, después nos vestimos y desayunamos cereal. Tomé mi bolso y salimos del departamento, bajamos por el ascensor, subimos a su coche y me llevó a la oficina. Antes de bajar, le di un gran beso y un abrazo. Él iba a su departamento a dejar el coche y por su maleta para luego ir al aeropuerto.



Esa mañana estuvo muy agitada, hicimos una presentación para un nuevo cliente, tuvimos una junta con el señor Ryan y estuve respondiendo miles de mails. Recibí un mensaje a mi telefono de peter que acababa de abordar el avión y después cande me llamó para que almorzáramos juntas, se escuchaba afligida. Cuando llegué al restaurante la abracé fuertemente, me dio una sonrisa y nos sentamos.



– Entonces, ¿ya firmaron el divorcio?

– Sí, esta mañana, ¿y puedes creer que anda con su abogada?

– ¿En serio?, ¿y cómo te enteraste?

– Los vi al salir del juzgado, se besaron y subieron al coche de él, ¿sabes?, vico siempre fue mujeriego y un hombre así nunca puede estar solo y la verdad dudo que cambie y que pueda ser monógamo.

– ¿Crees que te haya engañado?

– Es muy probable, ¿sabes que jamás hicimos cosas triviales juntos?, como ir al cine o por un helado, casi no estábamos en casa y cuando estábamos era teniendo sexo.

– ¿Nunca se dijeron te amo?

– Sí, cuando él estaba encima de mí, eso era lo que amábamos, el sexo no a nosotros como personas, sonará tonto, pero ni siquiera sé cuál es su color favorito, pero bueno ya no hablemos más de mí, mejor cuéntame, ¿cómo te fue en las fiestas?

– Genial, fueron las mejores de mi vida, su familia es tan cálida, me hacen sentir parte de ella, todos me regalaron algo en Navidad y peter se porta súper lindo conmigo.

– Me da mucho gusto por ti amiga, es un gran detalle de su parte que te haya llevado con su familia en esas fechas tan especiales, la primera vez que me hablas de él jamás me imaginé que iban a terminar así.

– Yo tampoco.



Cuando terminamos de comer nos despedimos con un gran abrazo, no sé si candela amaba o no a su ex marido, pero definitivamente sí le había dolido mucho el divorcio. Mientras caminaba pensaba en todo lo que me había dicho y vino a mi mente el terrible sueño que había tenido la noche anterior, ¿en verdad peter podría dejar de estar con otras mujeres y serme fiel?, ¿me amaba a mí o el sexo que teníamos?, tampoco habíamos ido al cine, claro que llevarme con su familia no se compara, no llevas a la amante, llevas a la novia. Saqué mi movil y marqué al que le llamaba al principio.



“El número que usted marcó se encuentra desactivado”



Escuchar eso me dio un alivio, pero entones recordé las mentiras que me había dicho, lo que me gritó cegado por los celos, ¿me ocultaría más cosas?, ¿cómo sabía que mis flores favoritas son los alcatraces? Sin encontrar respuestas llegué a la oficina y me concentré en el trabajo.



El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos, tal como se lo dije a peter. Me encontraba en mi departamento terminando la cena para recibirlo, cuando escuché la puerta abrirse salí de la cocina a recibirlo. Me abrazó fuertemente y me dio varias vueltas, después me besó ansiosamente mientras con una mano apretaba mi nalga.



– Te extrañé tanto lali.

– Yo también a ti.



Me cargó y me dejó sobre el sillón, se quitó la chaqueta y se colocó encima de mí besándome y acariciándome un seno mientras sentía como su sexo reaccionaba.



– Te necesito tanto lali – dijo presuroso levantando mi falda y quitando la ropa interior para después bajar su pantalón y su bóxer.

Cap 39:

Volvió a colocarse sobre mí y desabrochó mi blusa en tanto lamía mi cuello y yo también desabrochaba su camisa, él terminó por quitársela y después besó mis senos haciendo que mi respiración se elevara y mi cuerpo estuviera ya listo para recibirlo. Abrió mis piernas y se introdujo de un tirón, mordiéndome el labio inferior en tanto yo sujetaba con fuerza su espalda, entraba y salía de mí sin parar, lamió mi oreja y gemía en ella, yo tenía los ojos cerrados y jadeaba también, lo había echado tanto de menos, incrementó la velocidad de sus movimientos y sus gemidos se hicieron más audibles, mezclándose con los míos, hasta que un fuerte grito escapó de mis labios cuando sentí que ambos llegamos al orgasmo. peter me besó apasionado y después me dio un beso en la nariz y puso su frente sobre la mía.



– Te amo – dijo mirándome con sus ojos llorosos por el placer.

– Yo también te amo y te extrañé mucho.



Se enderezó y se subió el bóxer y el pantalón, yo me levanté, me puse la ropa interior y la blusa. Después fui a la cocina por la cena, ya estaba lista la mesa, así que le serví, me serví yo y me senté frente a él. Me estuvo hablando sobre su viaje y de repente, me vinieron las palabras de candela a la mente y empecé a reflexionar que era lo que habíamos extrañado el uno del otro, lo primero que hicimos al vernos fue tener relaciones, ¿sería eso lo único que habíamos echado de menos?, dejé de escuchar lo que me decía y en cambio recordé las últimas conversaciones con cande, sobre conocerse el uno al otro y el equilibrio que debía haber entre el amor y la pasión.



– lali, ¿en qué piensas? – preguntó al notar que estaba ausente.

– En nosotros.

– ¿Así?, ¿y se puede saber exactamente en qué? – dijo acariciando mi pierna con su pie.

– peter, ¿qué fue lo que en realidad extrañaste de no estar conmigo?

– Todo, tu sonrisa, despertar contigo, tus besos, tus caricias, tus miradas, tus cantos mientras te bañas, ¿a qué viene esa pregunta lali?, ¿qué paso en estos días que estuvimos separados? – exclamó desconcertado.

– He estado pensando en la situación de mi amiga candela y analizando nuestra relación.

– No entiendo que tiene que ver una cosa con la otra.

– peter – titubeé – cande conoció a su ex, en un bar, esa noche se fueron juntos, después se siguieron viendo y a los seis meses se casaron y tras cinco años de matrimonio se dieron cuenta que no se conocían, que sólo estaban juntos por el sexo.

– lali, ¿adónde quieres llegar contándome eso?

– No quiero que nos pase lo mismo peter, en realidad nos conocemos poco, ni siquiera sé cuál es tu color favorito, no hemos ido al cine juntos.

– Mi color favorito es el verde y no hemos ido al cine, pero fuimos a pasar las fiestas decembrinas con mi familia y si quieres saber más cosas sobre mí, sólo pregúntame.

– ¿Pensabas algún día contarme lo de tu primera novia?

– Quizá, pero, ¿cómo sabes tú eso?

– mary me lo contó, pero no te enfades con ella, yo le pregunté porque tenía una foto de ustedes en su habitación de la casa de Miami.
– ¿Ah, sí?, y qué más te conto?

– En qué estado caíste y como te ayudo eugenia a superarlo. peter el punto es, ¿qué es lo que nos mantiene unidos?, ¿es amor o sólo sexo?

– Mariana, ¿cómo puedes preguntarme eso?, te he dicho que te amo, te lo he demostrado y no sólo acostándome contigo, te he llevado con mi familia, ¿cómo puedes dudar si es amor? – respondió totalmente sorprendido.

– Porque lo primero que hicimos ahora que regresaste fue tener relaciones, ¿eso es lo que extrañabas de mí?, la mayor parte de tu lista son cosas físicas.

– Por supuesto que no, lali, en verdad no entiendo a que viene todo esto.

– A que debemos descubrir si este amor es auténtico o sólo es algo físico.

– Vale, entiendo tus dudas por la forma en que nos conocimos, pero hasta ahora sólo me has cuestionado a mí, ahora yo te volteó la pregunta, ¿qué fue lo que tú extrañaste de mí durante mi ausencia?

– Muchas cosas, tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tus besos, tus caricias, tus palabras.

– ¿Tienes dudas de amarme?

– No es eso, simplemente hemos basado nuestra relación en la pasión, recuerda la nota que me dejaste un día, la vida es un equilibrio y eso es precisamente lo que estoy buscando, que realmente nuestra relación sea equilibrada y no sólo física.

– Y entonces, ¿qué propones para descubrirlo?

– Cuando nos conocimos tú me impusiste tres reglas.

– Que después rompimos, si mal no recuerdo.

– Sí y ahora es mi turno de implementar tres nuevas reglas, pero en esta ocasión si se rompen… no habrá nada que hacer.

– ¿Y cuáles son esas reglas? – preguntó interesado mirándome a los ojos.

– Regla número uno: no mentiras ni engaños, regla número dos: no arranques de celos, regla número tres, la más importante… no sexo durante un tiempo, quizá un par de meses.

– ¿Qué? – exclamó llevándose una mano a la cabeza – ¿no sexo?

– Sí peter, si realmente nos amamos podremos cumplir con esa regla, pero si la rompemos – guardé silencio, asustada por lo que iba a decir – si no podemos cumplir con esa regla, no tendrá caso que sigamos juntos.

– No pensé que fueras tan influenciable.

– Llámame como quieras, pero no quiero volver a vivir una mentira como mi relación pasada, así que esas son las reglas para estar juntos, no quiero que vuelvas a mentirme aunque sea para protegerme, tampoco quiero que me hagas escenas de celos, aún no olvido lo que me dijiste en el aeropuerto, me dolió muchísimo, ¿cómo puede haber amor si me restregaste en la cara que estaba con otro cuando empecé contigo? y para la tercera regla sólo agregaría que aplica con otras personas también, si no puedes soportarlo y te acuestas con alguien más, dímelo, aplicando la primera regla y entonces todo habrá acabado, te dejare libre para que sigas con tu vida y yo seguiré con la mía, ¿aceptas?. 

– Es un poco extremo lali, pero para que veas cuanto me importas y no sólo por el sexo, acepto, es más te propongo algo que realizaremos en lugar de hacer el amor, porque hace muchísimo tiempo que eso es lo que hago contigo, no es simple sexo.

– ¿Y cuál sería esa proposición?

– Te voy a contar mi historia, un poco cada noche, para disipar tus dudas, para que me conozcas y seguiré las reglas, tal cual, no quieres mentiras, perfecto, de hoy en adelante sólo la verdad, pero de tu parte también, porque no me dijiste que mary te había hablado sobre mi primera novia, no quieres arranques de celos, los controlaré, no quieres sexo y en su lugar prefieres que salgamos como dos adolescentes, lo haremos, porque entiendo tus argumentos y comprendo que estés asustada por la forma en que terminó tu relación con pablo y por lo que le pasó a tu amiga, pero ni tú eres ella ni yo soy él.

– Lo sé, no me estoy comparando con ellos, pero vi tan devastada a candela que no quiero pasar por lo mismo y sí, también tiene que ver con la manera en que terminaron las cosas con pablo, no quiero que se repita la historia y la verdad sí me asusta que lo nuestro no tenga un final feliz, por eso las nuevas reglas, es mejor saber ahora lo que realmente nos une que después cuando haya pasado más tiempo y nos arrepintamos.

– Yo jamás me arrepentiré de haberte conocido, sin importar las circunstancias, quizá esa era la única forma en que hubiéramos coincidido en la vida – dio un trago a su bebida – entonces, ¿estás dispuesta a escuchar todo lo que tenga que contarte?

– Sí… pero no quiero detalles sórdidos.

– Está bien, esos los reservaré para mí.

– Vale, te escucho – dije recargándome en el respaldo de la silla.

Tres años atrás

Me encontraba en medio de la que había sido mi habitación los últimos cinco años de mi vida y la que había sido testigo de mis múltiples aventuras con mis desenfrenadas compañeras universitarias, quizá eso era lo que más iba a extrañar de haber terminado mis estudios, las noches de fiesta con mi inseparable amigo Nicolas, la compañía de una linda chica que calentara mi cama sin buscar un compromiso más allá, tan sólo apagar el fuego de la pasión sin entregar el corazón, muy conveniente, ya lo había entregado yo una vez y la vida me la arrancó cruelmente, no iba a dejar que volviera a suceder.



Tomé el último libro para meterlo a la caja y una fotografía resbaló, éramos Noelia y yo, abrazados en el portal de mi casa, el día que le dije por primera vez que la amaba y que jamás me imaginé que también sería la última.



Todo por un conductor borracho que se quedó dormido al volante y no pudo controlar el vehículo que se subió a la banqueta mientras ella esperaba el bus escolar y que terminó con su vida y con mis sueños, ha sido el peor momento de toda mi vida y deseé morir, no quería vivir separado de ella, había sido mi primera novia y la única, con ella descubrí lo que era un beso de verdad, de amor, una caricia furtiva, el despertar de la pasión, aunque nunca logramos consumarla, el tiempo ya no lo permitió.



Me olvidé de todo, incluso de mí mismo, no quería hacer nada, ni comer, ni dormir, mucho menos soñar, lo único que quería era estar a su lado, por siempre, como lo habíamos dicho esa vez que me animé a decirle te amo. Los primeros días asistía a diario al cementerio, a platicar con ella, a repetirte hasta el cansancio que la amaba, quería que estuviera segura donde quiera que se encontrara, hasta que un día me agarró una tormenta ahí y no supe ni como llegué a mi casa. Casi me da pulmonía, quizá si no hubiera sido por la intervención de mi padre hubiera muerto y lo habría hecho feliz porque eso me llevaría con ella.



Cuando estuve consciente de nuevo, después de que la temperatura había disminuido, me solté a llorar al darme cuenta que seguía en este injusto mundo. Sentí que me abrazaban y me consolaban, ese aroma era inconfundible, a lavanda, entonces supe que se trataba de mi mejor amiga, eugenia, ni siquiera me enteré cuando regresó de Canadá.

Cap 40:


cuidandome y consolándome, dispuesta a hacerlo cuantas veces fuera necesario, así era ella, siempre entusiasta y con una sonrisa en los labios, siempre buscando el lado positivo de la situación, pero en este caso no lo había, ¿qué puede dejar de bueno la muerte de alguien que amas con todo tu corazón? Lloramos hasta que no quedaron más lágrimas que derramar y ella se quedó dormida en mis brazos, yo me quedé mirando al vacío toda la noche, pero cuando sentía que alguien abría la puerta cerraba los ojos.



Tanto mi madre como mi padre entraron en varias ocasiones a la habitación, como lo hacían todas las noches; frustrados, desolados, incapaces de poder hacer algo para revivirme, me dolía verlos así, pero era mucho mayor mi dolor por la pérdida de Noelia. También me daba cuenta del sufrimiento de mis hermanos por verme en ese estado, ha sido la única vez en mi vida donde no vi bromear a bauti ni a mary brincotear con sus ocurrencias, sus rostros eran tristes y mostraban una total incomprensión por la situación, reflejaban lo imposibilitados que se sentían para ayudarme, pero yo no quería que lo hicieran.



A la mañana siguiente cuando eugenia despertó, me dio un beso en la frente y me dijo que iba a su casa a bañarse y cambiarse. Regresó al cabo de no sé cuánto tiempo, traía una cacerola con pan tostado, zumo, leche y mermelada, la depositó sobre mis piernas y se sentó a mi lado.

– No tengo hambre – dije y volteé mi cara del lado contrario a donde ella estaba.

– Eso dices tú, pero tu cuerpo no creo que opine lo mismo, necesitas recuperar las fuerzas que perdiste en la enfermedad, además aún tienes que tomar antibióticos, no puedes vivir dependiente de un suero de por vida – dijo untando mermelada al pan.

– No quiero vivir, punto, quiero estar con ella, ¿por qué nadie lo entiende?

– Tú tampoco entiendes que estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar, que su ciclo en esta vida terminó, pero el tuyo sigue – aseguró con su característica madurez, demasiada para su edad, por cierto.

– Eso es tan injusto, ¿cómo puedo yo comer y seguir viviendo cuando ella está enterrada tres metros bajo tierra? – exclamé exasperado.

– Su cuerpo está enterrado, su esencia está en otro lugar y te apuesto que en uno mucho mejor que este.

– Pues yo quiero estar con ella, no me importa dónde sea.

– No puedes ser tan egoísta peter, ¿acaso no te importa ver sufrir a tu familia?, ¿quieres que ellos pasen por lo mismo que tú estás sintiendo?, no tienes idea del enorme dolor que le estás causando a claudia, está desesperada, ya no sabe qué hacer, y pablo, Dios, tú sabes que es mi héroe y jamás me imaginé verlo caído y derrotado… nunca pensé decir esto, pero extraño las bromas y los chistes de mal gusto de bauti y en cuanto a mary, es una niña con el brillo apagado, hablas de injusticias, ¿no te parece una enorme de tu parte lo que le estás haciendo a tu familia?, los estás arrastrando contigo, si se tratara de que te dejaras morir sin afectar a nadie, perfecto, no es la mejor opción, pero adelante, hazlo, sin embargo, te tengo noticias Juan Pedro Lanzani, no estás solo en este mundo, ¿en serio quieres afectar a cuatro personas maravillosas que están dispuestas a dar su vida con tal de que tú vuelvas a ser el mismo de antes?, eso sí es injusto.

– Comeré sólo un poco, ¿vale?

– Está bien, hoy un poco, mañana otro y así sucesivamente, por cierto, te traje un regalo – se levantó después de darme el vaso de leche y sacó un libro de su mochila – “Todo pasa… y esto también pasará” – leyó en voz alta el título y continuó.



Y eso fue haciendo todos los días, casi me daba de comer en la boca y una vez estuvo a punto de desnudarme y bañarme, pero me ganó el pudor y la saqué del baño. Me llevaba al parque, nos sentábamos en los columpios a ver la gente pasar, quería demostrarme que la vida seguía, me leyó infinidad de libros que hablaban sobre pérdidas y como sobre llevarlas y poco a poco fui recuperando las ganas de vivir lo único que no, fueron las de volverme a enamorar.


Ahora, Déjame contarte la historia… De la llamada que cambió mi destino

El sonido de mi movil me trajo de vuelta del recuerdo, estaba sobre la mesa de noche y la vibración lo fue moviendo casi hasta la orilla, lo tomé y vi que era número restringido, lo cual me sorprendió un poco.



– Hola – respondí extrañado.

– ¿Estás libre esta noche? – escuché decir a una voz femenina extremadamente sensual.

– ¿Quién habla? – pregunté al no reconocerla.

– Respuesta equivocada “cariño”, sabes muy bien que eso no te lo puedo decir, ¿puedes o no puedes verme? – sonó determinada y eso me gustaba en una mujer.

– Claro que puedo, ¿en dónde, a qué hora y cómo te reconozco?

– ¿Conoces el hotel Ambassy?

– Sí, estoy como a 40 minutos de ahí.

– En 45 minutos, en el bar, vestido rojo – y colgó sin darme ningún otro detalle.



Sonreí y moví la cabeza, “vestido rojo, muy original”, pensé, seguro era alguna de mis compañeras queriendo jugar un poco. En eso me había convertido yo, en un tipo frío que sólo disfrutaba de un buen sexo.



Cuando cumplí 16 años mi tío me llevó a un club para que me quitaran lo virginal, me dijo que nada como el sexo para superar las tristezas y que yo ya estaba en la edad perfecta para iniciarme. Debo reconocer que yo ya tenía tiempo de haber descubierto lo bien que se sentía acariciarse y que lo hacía seguido, como todo típico adolescente pero aquella experta mujer, que calculé yo me ganaría con unos diez años, me llevó al cielo y de regreso tres veces en esa noche. Así que le tome el gusto al sexo y seguí practicándolo recordando las palabras de mi tío:



“Peter, sé que eres muy joven, pero mientras más temprano lo sepas y lo entiendas es mejor, ¿quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que te topes con la que tenga esa dualidad, así que anda con varias hasta que aparezca esa mujer, sé que todavía te duele lo de Noelia, pero eres muy joven y podrás superarlo y algún día, en el futuro, encontrarás esa mujer que sea tu complemento y a la que le serás fiel porque ya habrás vivido lo suficiente como para tener aventuras clandestinas”.



Así que entre sus consejos y la pérdida de Noelia me guardé muy bien mi corazón y sólo entregaba el cuerpo.

Tomé mi chaqueta, las llaves de mi coche y salí en dirección a aquel hotel. Al llegar al bar había poca gente, así que me fue fácil localizarla, estaba sentada al frente de la barra, era muy hermosa, de cabello largo y con un vestido rojo bastante sensual, corto a morir, sólo cubría lo que tenía que cubrir y el escote tanto al frente como atrás era excitantemente pronunciado, sonreí satisfecho y me acerqué, de inmediato volteó y me dio la sonrisa más sensual y provocativa, bebió el último trago de su copa y después se puso de pie y, sin decir nada, la seguí.



Subimos al elevador y presionó el número diez, esperamos a llegar a ese piso y después salimos, caminamos y a la mitad del pasillo deslizó la tarjeta en la puerta y entramos, encendí la luz y no me dio tiempo a hacer nada más porque me acorraló en la pared besándome con furia y, sin más preámbulos, llevó su delicada mano a mi masculinidad que acarició sobre mi pantalón, así que en respuesta, puse mis manos sobre sus nalgas y se las apreté por debajo del minúsculo vestido que traía puesto, le jalé el hilo de la tanga y rompió el beso para exhalar excitada, besó y mordisqueó mi cuello mientras yo seguía jalándole el hilo con una mano y con la otra le apretujaba la nalga.



Se separó y se quitó el vestido mientras yo me quitaba la chamarra y empezaba a desabrochar rápidamente mi camisa, ella terminó de quitármela y lamió mi torso, mordisqueó mis pezones y yo empecé a gemir. Bajó por mi abdomen y con una gran habilidad desabrochó mi pantalón y liberó mi miembro ya excitado, se lo llevó a la boca y comenzó a darme placer con ella. Yo recargué mi cabeza en la pared y cerré los ojos concentrándome en sus profundas caricias, puse mis manos en su cabeza para empujarla más. Siguió y siguió en tanto yo no paraba de gemir y de pronto, sentí como llegaba al orgasmo mientras ella me acariciaba con la mano colocando mi miembro sobre sus senos donde terminé. Después se llevó ahí sus dedos y los chupó empapados con mi líquido.



Saqué el condón de la bolsa del pantalón y terminé de quitármelo mientras ella se despojaba del tanga. Nos besamos desenfrenadamente mientras caminábamos hacia la cama, cuando sentí el borde con mis piernas, la tomé y la arrojé a ella, me sonrió. Me puse el condón y me tendí sobre ella, lamí su oreja y con mis dientes hice prisionero su lóbulo mientras ella gemía deliciosamente, bajé por su cuello mientras le metía dos dedos en su intimidad que estaba más que mojada, llegué a sus senos y los chupé, mordí sus pezones que ya estaban erectos.



– Métemelo ya – ordenó con su voz retorcida enterrando sus uñas en mi espalda.
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CHICAS LO SIENTO MUCHO POR NO SUBIR NOVE. ES QUE NO EH PODIDO SUBIR PERO COMENZARE A SUBIR MAS SEGUIDO :) ESPERO QUE LES FUSTE Y FIRMEN MUCHO :$